GPS
Rafael Chaparro Madiedo
Bogotá, Colombia (1963 - 1995)
No es solo el corazón de los amantes –porque aquí todos
aman– el que se rompe cada tres páginas; son los calzones, las
calles, los vasos, los pómulos y los nudillos por los puñetazos,
las comisuras de la boca y, sobre todo, las palabras.
Y me dieron ganas de ser nube, ganas de estar allá arriba en ese cielo azul con los ojos cerrados pensando en ti, en tu forma de decir mi nombre, en tu forma decir: Oye, ven a mi lado y me cuentas más cuentos de tus amigos los árboles. Ganas de estar en esas nubes y oler el olor de tus senos, el olor de tus zapatos, el olor a lluvia de tus ojos, ganas de estar con una botella de whisky para siempre en el nombre, en tu nombre escrito por ese avión y marearme en cada una de las letras de tu nombre, y quedarme ahí entre las nubes y tener tu imagen, ser tu imagen, ser el olor de tus calzones, ser el olor de tus licores, ser tu forma de caminar, ser tu forma de mover los brazos, ser tus sueños llenos de lluvia, opio y heroína, cosa salvaje, mierda.
Desde que te vi quedé envenenado, Harlem. Eres como esa canción Wild Thing de Hendrix. Tenías la misma lógica de la heroína, me produjiste el mismo efecto porque te vi y me dieron ganas de inyectar tu nombre en mis venas me dieron ganas de ir al baño y orinar orines con el sabor de tu nombre, ganas de ir al baño del Opium y mirarme frente al espejo y decir mierda you make me feel like a wild thing. You make my heart sing wild thing, me dieron ganas de escribir tu nombre con sangre en el fondo de mi vaso de cerveza, ganas de que me cortaras las venas con tus labios rojos mientras te tocaba las tetas. Ganas de desangrarme entre tus piernas mientras me hablabas de ir a la playa.
Voy a hablar en presente porque para nosotros los gatos no existe el pasado. O bueno sí existe, lo que pasa es que lo ignoramos. En cuanto al futuro nos parece que es pura y física mierda. Sólo existe el presente y punto.
Y fue un domingo cuando después de habernos emborrachado le prendimos fuego a la casa. Esa tarde ardieron nuestros mejores días, nuestros sueños más profundos. También quemamos algunos cucos que habíamos conquistado. Todo. Cigarrillos, botellas, poemas imbéciles, tornillos, las fotos que nos habíamos tomado y los estatutos del club. En efecto, cumplimos con la única cláusula del reglamento que decía que si no podíamos detener el paso de los días debíamos mandar todo a la mierda, al cielo, al fuego.
de Opio en las nubes (1992)
Francisco "Paco" Urondo
Santa Fé, Argentina (1930 - 1976)
Apoya sobre mi brazo tu pequeño corazón. No temas, detrás de la ochava nada puede alarmarnos demasiado.
Sólo el horizonte que asoma para luego volver a esconderse.
Cristina Peri Rossi
Montevideo, Uruguay (1941)
Si el lenguaje…
Si el lenguaje
este modo austero
de convocarte
en medio de
fríos rascacielos
y ciudades europeas
Fuera
el modo
de hacer el amor entre
sonidos
o el modo
de meterme entre tu pelo
Antonin Artaud
Marsella, Francia (1896 - 1948)
Poeta negro
Poeta negro, un seno de doncella
te obsesiona
poeta amargo, la vida bulle
y la ciudad arde,
y el cielo se resuelve en lluvia,
y tu pluma araña el corazón de la vida.
Selva, selva, hormiguean ojos
en los pináculos multiplicados;
cabellera de tormenta, los poetas
montan sobre caballos, perros.
Los ojos se enfurecen, las lenguas giran
el cielo afluye a las narices
como azul leche nutricia;
estoy pendiente de vuestras bocas
mujeres, duros corazones de vinagre.
Ioshua
Haedo, Argentina (1975 - 2015)
Unikus
Muerdo mi idioma roto
desde que le chupaba la pija a Rubén
O desde hace mil años antes .
Pudro mis ovillos de palabras
entre los dientes.
Y ya sé que soy una mentira
que no puedo decírtelo todo
porque no tengo letra ni palabra
ni aullido ni silencio suficientes.
No tengo nada.
Nadie .
Yo tampoco.