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Cátulo
Roma, Italia (a. 87 a.C. - 57 a.C.)
Carmen 2
Gorrión, delicias de mi amada,
con quien suele jugar, a quien tiene en su regazo,
a quien suele dar la punta de su dedo cuando lo desea
e impulsarlo a que le dé agudos mordiscos
cuando, encendida por mi deseo,
le agrada entregarse a no sé qué juego;
entonces, cuando el profundo ardor se calma,
su dolor, creo, tiene consuelo:
ojalá pudiera jugar contigo como lo hace ella
y aliviar las tristes penas del alma
…
Me es tan grato como dicen
que fue la manzana de oro para la doncella
que desató la cintura largo tiempo anudada.
Francisco Zamora
Santiago del Estero, Argentina (1993)
Te cuidé. Te quise. Cuando te fuiste
hice un escándalo. Probé el yoga
la posición de loto
florecer y dar frutos con el barro
hasta el cuello. Respiré
inhalé en cuatro, retuve en dos
exhalé en ocho. Doblé mi cuerpo
como un junco. Corté y limpié
-como si fuese un jardín-
mi aura con cristales. Una mujer
-¿otra?-
puso sus manos sobre mis ojos
mi pecho mi sexo y no pude
curarme. Caminé
caminé en círculos. Puse dentro de mí
la droga que más me gusta. Me perdí
Soñé – aún sueño- que alguien
me traiciona. Que de mis manos
crecen cuchillas. Que dibujo en mi cuerpo
-con una gillete- el mapa
para encontrarte
Aún despierto pensando
en este armazón que porto
Quisiera poder preguntarte
¿Qué es un cuerpo, amor?
¿Una daga que se afila
con el tiempo?
Esopo
Grecia (ca. 600 a.C. - 564 a.C.)
Estando un adivino en la plaza pública diciendo la buenaventura, se le acercó uno y le dijo habían forzado las puertas de su casa y robado todo lo que había en ella. Al oír la noticia el adivino, turbado y lloroso, echó a correr a su casa; lo que viendo otro le dijo: Hombre, ¿no ofreces adivinar la suerte de los demás? ¿Pues cómo no has sabido adivinar la tuya?