por Ezequiel Bados
En tus trabajos se puede percibir una preocupación por buscar lugares de lectura desacomodados: obligás a tu lector a jugar, a permutar elementos, incluso a tener que gritar para poder ver el texto del poema. ¿Cómo escogés los materiales de trabajo? ¿Tenés algún concepto que te funciona como organizador?
Lo que anima mi trabajo, en general, tiene que ver con la primigenia sensación que me daba la poesía desde las primeras veces que la leí: sorpresa por lo que el lenguaje podía doblarse para hacer cosas extrañas. La primera vez que leí poesía, cuando era muy chico, mejor dicho, las primeras veces que yo me enfrentaba a un texto y que se definía como poético me fui dando cuenta poco a poco que buscaba, primero, reproducirlo y luego tratar de hacer de esta forma de expresión literaria-lingüística mi propia expresión.
Yo tuve la oportunidad de ganar un premio nacional de poesía acá en el Perú (poesía “normal”, digamos). Gané dos concursos esa vez. El primero, el cual para mí tuvo mucha significancia, que fue el de la Universidad Católica, mi alma mater, un concurso que han ganado muchos poetas importantes del País. Y ese mismo año tuve la suerte de ganar el Premio Nacional de Poesía, (un premio nacional bien raro… existió una vez, lo gané y desapareció). Ese jurado fue extraordinario, un jurado de lujo. Estaba Blanca Varela, Abelardo Oquendo (que es uno de los profesores de literatura que ha mantenido por más tiempo una revista de literatura, llamada “Hueso Húmero”) y José Watanabe, que es un poeta extraordinario. A mí lo que me dejo fue encontrarme a los tres y poder hablar con ellos… Ya lo demás, no importa. Por qué te cuento toda esta historia: porque en el momento en el que me dieron el premio, me hicieron una entrevista y la entrevistadora me preguntó “¿Y qué vas a hacer con la plata del premio?”, y le dije “Voy a comprar una computadora”, ella me responde algo como “Pero, oye, tu eres el poeta del grupo, ¿no crees que me podrías decir una respuesta más literaria?” (risas) y le digo, “no, estoy comprando una computadora para hacer poesía; lo digo porque quiero hacer poesía”. Y me dice, “pero, ¿con la computadora?” (risas). Fue muy chistoso porque para ella fue como “¿De qué hablas?” y la respuesta sigue siendo, hasta ahora, más o menos la misma que en aquel momento. Hay una cuestión con la poesía que es expresiva. Uno quiere expresar algo. Quiere expresar lo inmanente en la vida. Pero, no es suficiente que sólo llegue algo que la vida te exige que expreses de una manera diferente; viene la otra parte: la otra parte es que la poesía exige, en sí misma, que la expresión sea nueva. Que no lo digas como todo el mundo lo ha dicho, que lo digas de manera novedosa. Si yo, por ejemplo, te voy a decir “te quiero”, es un sentimiento puro, increíblemente poderoso y que se yo, pero eso no es poesía. No solamente basta con eso. La poesía exige que se haga de una manera diferente. Que destruyas el borde del lenguaje para lograr expresar aquello que, o bien ya se ha dicho, o bien nuca se ha dicho. El máximo nivel de poesía debería de ser así. Poesía “mala”, por llamarla de alguna manera, por lo menos tiene que decir algo muy sentido, que tu crees que es muy poderoso. Si tu estás diciendo algo que no es muy poderoso ni siquiera deberíamos llamarla “mala poesía”. Si tú dices “abrí la puerta”, bueno, eso es prosa. No es poesía. Lo primero es eso. Pero el segundo nivel, por lo menos, debería de ser decir algo que para ti es muy sentido, o muy nuevo, o muy grande, y decirlo, por lo menos, de una manera que ya se ha dicho antes y que, por lo menos, este bien dicho. Que tenga una forma mínima interesante. Y el siguiente nivel es: esto que sientes, decirlo de una manera que nunca se ha dicho. Si nunca se ha dicho, es más poesía. Es una poesía de mayor nivel. Y, además, si lo que logras decir de una manera nueva, nunca se ha dicho antes, es algo nunca antes dicho que se dice de una manera que nunca se ha dicho, es el máximo nivel de poesía. Los grandes poetas están allí. Los grandes poetas se esconden en encontrar una forma completamente nueva para decir algo completamente nuevo que nunca nadie ha logrado expresar. Porque hay verdades que son universales y que se tienen que seguir expresando todo el tiempo, pero hay verdades universales que todavía estamos por expresar. Que todavía no hemos llegado como seres humanos a tocar esa esencia. Para mí, al final, la exploración de poesía electrónica o poesía -como me gusta llamarla, mejor- poesía experimental (porque yo en los últimos años no he hecho sólo poesía electrónica sino también poesía concreta, gráfica o poesía de otra forma, e inclusive instalaciones y que se yo), la verdadera función poética está en no solamente expresar lo que es inmanente en la vida sino también en expresarlo de una manera que nunca se ha podido hacer antes y ampliar la herramienta del lenguaje; el poeta navega en los bordes del lenguaje hasta poder forzarlo. Forzar el lenguaje hacia una cosa nueva que de pronto por la belleza, por el poder, por la herencia que trae ese empuje, los que vienen atrás de él dicen “oye, eso esta bueno. ¿Por qué no lo usamos para otras cosas además?”. Los mejores poetas dejan herramientas para que los que vengan después puedan usarlas para sus expresiones cotidianas o expresiones sublimes. Esa es la función poética. Ampliar el lenguaje y ampliar la capacidad humana de expresión a través del lenguaje. Una cosa no puede venir sin la otra. Entonces, cuando uno rompe el lenguaje gracias a los medios electrónicos, cuando uno lo desdobla, cuando uno le mete la capacidad de que el lector grite, o que e lector combine, o que el lector se pierda, le mete la capacidad de que el lector elija la palabra más adecuada, o que se yo, lo que está haciendo finalmente es crear nuevas formas en el que el lenguaje pueda decir cosas que antes no podía decir. Si yo creo un poema que está compuesto de dieciséis partes permutadas entre ellas cuatro o cinco veces, con cinco o seis permutaciones, yo no estoy creando un verso, estoy creando miles de versos que lo que hacen es un poema que permite transmitir un sentimiento sobre la experiencia humana que antes no se podía hacer en un solo verso lineal de principio a fin. Se puede transmitir de una manera diferente porque a mí me parece que finalmente que la realidad no es lineal, no es un inicio-fin. Está llena de matices, de sentimientos encontrados, de cosas que yo no estoy seguro si es A o B; puede ser A, o B, o hasta Y. No estoy seguro. Yo no sé, por ejemplo, si a esta persona la quiero, la odio, o todo al mismo tiempo. No estoy seguro de una decisión, etcétera. Ese procedimiento que yo puse como ejemplo me permite transmitir ese “no-saber” en un verso no lineal, no cerrado. Creo que en esa búsqueda es que mi trabajo se encontró con esta nueva materialidad, este nuevo soporte que es la computación, que me permitió decir cosas que yo antes no podía decir en el lenguaje lineal.
¿Cuál crees que es la función social del poeta en términos estéticos y en términos políticos?
La poesía es radical. La poesía está buscando nuevas formas de expresión. Si la forma de expresión anterior era rebuscada, difícil, imposible de entender, entonces la poesía buscará formas de expresión sencillas y viceversa. La poesía como una fuerza vital propia en sí misma, no el poeta, sino la poesía en sí misma, encuentra siempre un nuevo canal y una nueva forma de expresión: poesía que no es esperada, que no te la esperas… Cuando la poesía puede ser esperada, no es poesía. Poesía que ya se ve venir, no es poesía. Lo que necesitamos es poesía que no se ve venir. Entonces, si en esa forma poética el poeta ha encontrado una forma de decir algo que no se había dicho antes, o que se había dicho de una manera que hoy ya no transmite lo mismo, eso es poesía. El lenguaje no tiene que ser rebuscado para ser poderoso, pero si la expresión tiene que ser relevante, tiene que tocar, tiene que transmitir. Finalmente, para mí la función del poeta está definida en esos dos grandes temas que ya te mencioné. El poeta debería estar obsesionado con buscar nuevas formas lingüísticas, con buscar nuevas formas en el que el lenguaje diga aquello que necesitas decir; no repetir las fórmulas, no ser el mejor en lo que ya se hizo en el siglo XVIII: ahí no está la poesía. La poesía está en la búsqueda experimental de nuevas estructuras, de nuevas formas. Ahí hay más poesía que en la repetición. Si yo hoy en día me pongo a escribir haikus, pueden ser hermosos, pero muy posiblemente no es donde nuestra función poética como poetas debería estar. No está en repetir las expresiones (que además, seguramente, ya alcanzaron su máximo pico expresivo por quienes la inventaron y la llevaron a su máxima expresión) sino en crear las nuevas, en las que nuestra generación (y la generación que posiblemente nos siga) pueda encontrar en ellas el máximo nivel expresivo. La poesía electrónica, finalmente, le va a pasar lo mismo. Va a llegar un punto en el que tenga su máximo nivel expresivo, será incorporada en el canon, se encuentren las dos o tres obras que la definan y que sea “¡guau!, esto de acá es increíble, me hizo sentir algo que nadie más me ha hecho sentir”, y pasará como cualquier otra expresión poética que ha habido, como el soneto, como el haiku o como cualquier otra forma poética que ha existido.
Entonces, por un lado, yo creo que la función del poeta debe ser ampliar las posibilidades del lenguaje lo más posible. Y por el otro lado, la función poética es ampliar la posibilidad expresiva de la experiencia humana. Acá de lo que se trata es que, como seres de carne y hueso, vamos navegando por el universo y nuestra experiencia del cosmos y de las relaciones y de lo que sea que nos influya, merece ser transmitida. Esa verdad es la verdad más pura posible. En el caso del poeta esa verdad se da a través del lenguaje. Por eso es que siempre es bien recibida la capacidad de expresión de nuevas experiencias humanas. Hoy, por ejemplo, tenemos una deuda con la capacidad de expresión de las comunidades primarias, con la gente que tiene discapacidades, con la gente que no ha tenido una voz, etcétera, entonces la poesía se amplia porque empieza a transmitir la experiencia humana de otros grupos humanos. Y eso también es válido. O de otras vidas que nosotros no hemos vivido. La vida de las personas esclavizadas, la vida de las personas sin voz, la vida de las personas humilladas. Son experiencias humanas que tienen consigo vivencias y formas de ver el cosmos que nosotros “otros” no hemos podido encontrar. Eso tiene el mismo valor que la exploración lingüística. Por eso es que uno tiene que exigirse también como poeta buscar aquellas experiencias humanas que no han sido transmitidas de manera correcta o que merecen ser transmitidas.
Participás muy seguido de exposición. ¿En qué medida considerás que tu obra poética se encuentra atravesada o influida por el elemento performático que tienen las exposiciones?
Qué interesante esa pregunta… No sé si a ti te ha pasado, pero, la poesía, como yo la siento, nació performática. Nació más cerca del teatro que del libro. A mí me pasa, muchas veces, que cuando estoy frente a un texto poético, en libro, prácticamente termino parado o recitándolo (aunque sea en mi cabeza). Hay algo en el lenguaje intrínsicamente performático que se ha ido perdiendo con la escritura. Hay mucho en mi estudio del lenguaje que tiene que ver con los estados de la materia, por eso mi proyecto se ha llamado por muchos años “Entalpía”, el cambio de los estados de la materia del lenguaje. Para mí la poesía ha ido pasando por un cambio de “estados”, siendo su primer estado el oral. Su segundo estado, la escritura. Y así siguiendo… Creo que el lengauje siempre mantiene su esencia performática porque nosotros aprendemos el lenguaje de manera performática. Lo aprendemos al aprender a hablar. Nunca lo vi mejor ejemplificado que en mi hija: cuando mi hija empezó a hablar podía realizar las distintas modulaciones del lenguaje y comprenderlas antes de adquirir las palabras en cuanto tal. Entonces, el lenguaje no es solamente palabras. Tiene una cuestión performática imbricada adentro (por eso las frases duran lo que duran, los puntos van donde van y demás; porque estamos hablando al escribir y necesitamos darle el ritmo). El lenguaje en sí mismo no está hecho para ser lista de supermercado sino para deformarlo. Para decirlo de ciertas maneras. A tu pregunta, yo creo que después de haber explorado en varias formas poéticas, cuando he llegado a la performance, cuando he llegado a la instalación y a la experiencia física del lenguaje, no me he sentido incómodo. La poesía toma un cuerpo diferente y encuentra de nuevo las alas que había perdido cuando vive en un espacio. Me pasó una experiencia en la Feria del Libro acá de Lima. Yo había escrito por muchos años, había ganado esos premios y me lancé a la Feria del Libro y dije “quiero hacer una instalación en la Feria del Libro”. Me dieron un espacio pequeño en donde puse computadoras y puse el poema “Grita”. Si tu vieras a la gente, niños, grandes, de todo (estoy hablando en el año 2004) y gritar a todo pulmón en la Feria del Libro. Y la gente desde otros stands venía a ver qué estaba pasando, qué están haciendo y yo decía “están leyendo poesía”. Y para la gente era muy natural. Es lo mismo que pasa cuando alguien ve un poema recitado y ves a alguien que realmente sabe recitar un poema y la palabra que estaba en el papel parece que tuviera dieciséis dimensiones. El poema sí necesita y puede tener una forma performática. Algunos más, otros menos. Finalmente, ya viene la agilidad de tu pluma para escribir para ciertos espacios y para otros no. No fue fácil para mí las primeras veces que he tenido que escribir para performance, pero no se sentía poco natural.
Es lo mismo que pasa con una partitura. Uno puede leer una partitura si sabes el lenguaje de la música. La poesía tiene mucho de partitura. El verso en sí parece, muchas veces lo es, una estructura musical. La poesía es dentro del lenguaje lo que más se asemeja a la música.
Una de las primeras cosas que me llamó la atención de tu obra fue que me exige que yo busque el efecto estético en otro lugar que no es necesariamente el lenguaje; es decir, la relación convencional con el lenguaje en donde uno va a buscar la función poética queda en un segundo grado y uno como lector se ve obligado a buscarlo en otro lado (en la interactividad, en la forma gráfica, en la dinámica, en el lugar que me posiciona como lector, etcétera) ¿Existe, efectivamente, otra estética del lenguaje poético que no radica necesariamente en la palabra?
No existe poesía sin algún estilo del medio en el que se transmite. El medio, en toda la poesía, siempre ha tenido un protagonismo. Desde los primeros momentos del lenguaje cuando alguien lo tenía que recitar y venía el juglar con su guitarra y lo recitaba de la manera en el que le daba la gana. Y uno lo recitaba de una manera y otro de otra, a pesar de ser el mismo poema. Desde ahí, hasta la forma que nosotros pensamos que es la más neutra que existe (pero neutra no es) que es el libro. Yo me he encontrado las veces que he tratado de publicar un libro con algunas cosas que me han hecho pensar “ahí está, tanto que se quejan, ahí está”. Tú hablas con un editor y resulta que el papel tiene que tener “este papel”, no puede ser muy amarillo, tiene que ser de este gramaje; el tipo de letra tiene que ser serifa, porque si no tiene serifa… el tamaño no puede exceder tanto por tanto… En fin, si alguien me puede explicar qué tiene eso de neutro… No tiene nada de neutro. Si le pongo un Comic Sans de tamaño 36, me va a querer matar. De neutro no tiene nada. La neutralidad del medio no existe en la poesía. Eso es mentira. No hay un poema que yo te lo transmita neutro a ti. El medio siempre se mete en el poema. Estamos demasiado acostumbrados a pensar que la letra impresa es neutral. Y no lo es. Un papel impreso dice un montón de cosas (en que país estás, en qué tradición literaria estás, cuánta plata tienes para imprimir el libro, etcétera). Cuando yo he llegado a esa conclusión he dicho “y por qué tengo yo entonces que tratar de hacer poemas neutros digitales”. Tal cosa no existe. Lo que sucede es que estamos muy acostumbrados a pensar que la poesía le tiene que bajar el volumen a todo lo que está alrededor del lenguaje propiamente dicho y que sea lo más neutro posible, aunque nunca lo llegue a ser, cuando en realidad la poesía no te exige eso. Lo que la poesía te exige es que la transmitas de la forma más poderosa posible. Si tu ya estás usando un medio que es electrónico, que va a tener un mousse, que va a tener un teclado, que va a tener una pantalla: úsalo bien, en la medida de tus posibilidades. Haz que la interacción sea limpia. A menos que esos errores estén siendo usado de una manera expresiva. Con lo que ya tienes busca el mayor nivel de expresión con lo que sabes hacer. Si te das cuenta, mis poemas terminan siendo interactuantes o de interacción muy sencilla. No es algo complicado de unificar varios puntos y demás. Yo trato de hacer la interacción lo más sencilla posible porque considero que eso favorece la transmisión de lo que yo quiero decir. Siempre hay una intención en la forma en la que está creando el poema. Si yo lo pongo con fondo rojo en vez de fondo blanco, como en “Grita” por ejemplo, es por algo. Porque creo que ese tono rojo habla de la intensidad de la voz, transmite lo que yo quiero decir, que tiene que ver con la sangre, con la presencia de un organismo, con un montón de cosas que están cargadas con lo que quiero decir. Le podría haber puesto fondo blanco y letra negra, pero eso hubiera sido solamente imitar la letra impresa (que no es lo mismo que hacerlo neutro).
¿Cómo ves el estado actual de la literatura electrónica en América Latina?
Hay algo ahí que es bien difícil de transmitir. La poesía electrónica es sólo una forma que tiene el lenguaje para expresarse, entre otras. La poesía electrónica específicamente es que trae un medio que nunca había existido antes. Ese medio de por sí va dándonos intuitivamente sus capacidades expresivas. Mientras más lo exploras, mas te das cuenta de las capacidades expresivas que tiene.
Yo me acuerdo haber tenido un debate muy fuerte cuando creamos la Red de Literatura Latinoamericana (LITERAT) acerca de si lo llamábamos “red de literatura electrónica” o “red de literatura digital”. Esto no fue hace más de seis años, siete años. Y fue un debate interesante porque mucha gente piensa que la literatura electrónica ahora es una literatura digital. Uno podría decir que es una literatura basada en el uso de la computadora y ya está. Transmitible en ceros y unos. Entonces, ¿Por qué se le sigue llamando electrónica? Mi posición era un poco diferente. Mi posición era, por ejemplo, si yo mañana hago un poema que agarre micrófonos, los interviene para que reproduzcan la voz humana a partir de una intervención con un Arduino para que genere las ondas en el magneto del micrófono simulando que alguien dice “sálvame”, no estoy usando computadoras. Estoy usando, a lo sumo, un chip en el Arduino, un microprocesador. Y eso si uso Arduino, porque si lo hago soldando también lo puedo llegar a hacer. Eso ¿Qué es? ¿Literatura electrónica? ¿Literatura por computadora? ¿Literatura digital? ¿Por qué hay que seguir achicando la capacidad que nos trae este medio cuando lo que sí tienen en común todos es que usan electrónica?
Yo creo que la novedad del medio está desde que nació la electrónica. Desde allí se permiten formas de expresión que la era pre-electrónica no te permitían tener. Lo tecnológico es un medio que está constantemente en cambio y constantemente genera nuevas posibilidades. La velocidad a la que acelera es constante y exponencial. Siempre va a estar cambiando. El problema con eso es que nos estamos enfrentando a un monstruo al que nunca nos hemos enfrentado. Cuando uno se enfrentaba a la tecnología de la escritura, la tecnología de la escritura fue exponencial hasta cierto punto y luego se estabilizó. Una vez que se estabiliza viene la capacidad expresiva de esa tecnología. Lo mismo pasaba con la capacidad que tenemos para usar otros medios. Lo que sucede con la tecnología cuando la usas como medio es que la tecnología digital no es estable. Se reinventa permanentemente. Y estamos todavía en los primeros doscientos años de esta tecnología. No estamos al final. Recién estamos en el boom de esta tecnología. Es un monstruo que aún no ha sido domado. Es un potro al que todavía no sabemos cómo le vamos a poner las riendas. Y estamos en constante conversación con eso. Para resumir: no puede haber una estabilización de la poesía electrónica mientras que no haya una estabilización del medio. Por ejemplo, lo último que estoy explorando yo no tengo hoy en día como explorarlo: que es poesía cuántica. Y esa poesía cuántica es capaz de existir porque hay computación cuántica ahora (aunque yo no tenga una computadora cuántica). Mañana van a haber poesías cuánticas. La tecnología sigue avanzando y para aquellos que tenemos la sensibilidad de utilizar la tecnología para transmitir literatura o para hacer poesía (como mi caso específico) quiero explorar qué se puede hacer ahora y que no se podía hacer anteayer.
Hay una última cosa que es importante mencionar y es lo siguiente: tu y yo estamos haciendo esto desde un rincón del mundo que no tiene mucho en tecnología que aportar. Y eso de ahí es importante. Eso ahí tiene un valor y una trascendencia diferente. Porque si yo estoy en Silicon Valley es una cosa. Latinoamérica tiene una distancia que no nos permite el acceso total pero sí nos habilita una distancia crítica que es importante resaltar que yo veo en todos los que hacen poesía y literatura electrónica en Latinoamérica. Primero que hay una apropiación del lenguaje cuando lo jalamos al español. Y luego la realidad sociopolítica de Latinoamérica, inestable, convulsionada y demás, hace que nuestra mirada sea aún más crítica de los medios de transmisión hegemónicos-comunicacionales. Y nos permite usarlos con una sana desconfianza. Creo que eso siempre vale mencionarlo: estamos haciendo literatura electrónica desde la periferia y hay que meter ese dato en la ecuación.