Poemas de Antonela Sabella

Los títulos

 
No importa
cuántas veces nos vimos,
si mi familia no te conoció,
si nunca fuimos al cine.
No importa que la última salida
haya sido una idea
que nunca concretamos.
No importa
no tener una foto juntos,
una mascota en común,
un plan.
Lo que me gusta
es que todo
lo que pudimos elegir
nos hizo bien.

 

Tengo muchas plantas porque no tengo perro
 

Desde el ventanal veo
que la verdulería de enfrente
no cierra los domingos.
A lo mejor el tipo
no sabe qué hacer con su tiempo
igual que yo
que no sé qué hacer con este abrazo.

 

A lo mejor me lo coma
como últimamente hago
con todo
lo que no le encuentro la vuelta
o me lo puedo tomar
con uno de los vinos que compré
para la semana,
pero me agarra una noche como esta
y me tomo la semana entera.
Entonces no sé
sí ignorarlo por un rato
a lo mejor después me olvide
y me ponga a remover la tierra
de la maceta verde
para plantar
las petuñas que compré.

 

Es la última planta
que entra en el balcón.

 

Otro poema de amor

 
Las luces
me daban en la cara,
pero igual lo vi.
Cuando la gente
se empezó a mover,
busqué la manera
de llegar a donde estaba.
El ruido era fuerte,
pero disfrutamos
de mirarnos a los ojos.
-viniste- dije
o pensé.
Después tuve que volver,
me agarró de la mano
y nos alejamos
soltándonos de a poco,
como la escena
de una película de amor
que no miraría.

 

No hay que pensar en el final

 
Lo primero que miré
fueron tus zapatos,
después la naturalidad
de tus movimientos
en medio de un grupo de gente.
Te miré a la cara
y me viste,
pero no bajé la mirada,
esperé a que vinieras.
Hablamos de como el tiempo
vuelve todo cotidiano,
del interés que nos quita,
de la angustia.
Pensamos lo mismo,
pero no lo dijimos
hasta mucho después:
seguro
fuimos algo en otra vida.
Esa noche tuvo el efecto
de las buenas películas,
trajo un cambio
que no se puede definir,
pero se siente
como cuando pasa
por la garganta seca
un vaso fresco de agua.
Algo dejamos
y algo nos llevamos,
sin querer adelantar el viaje
que imaginamos que se venía.

 

Tu gata se duerme a upa,
no me nuevo,
no quiero que se vaya.
Tengo miedo
de hacer un mal movimiento
y quedarme solamente
con pelos en la ropa.
Observo tus facciones
huesudas y largas,
compartimos el sillón
escuchando un disco,
creo que le estamos ganando
al tiempo.

 

Lo que se genera en la cocina es la extensión de uno

 
Si no tengo un buen día
seguro
la crema de leche se corta,
me falta condimento,
el arroz se quema.

 

Pero también
la comida puede convertirse
en un acto de amor:
cocinarme algo que me gusta,
cocinarle a alguien,
que me cocinen.
Esperar el gesto de placer
en la cara
del que acaba de probar
el primer bocado,
destapar un vino
mientras termino de armar
las empanadas,
el tupper que mi mamá prepara
para que me lleve,
que me avisen
que hay sanguches de queso
porque saben
que no como carne.

 

Comer
es más que una necesidad.
De grande siento
que saber cocinar
y tener con qué
es lo más parecido a ser libres.

 

Una realidad


Encontrar el error
en lo que pensé
detalladamente
antes de dar un solo paso,
no es un error.
Hace unos meses
vi una obra de teatro
donde interpretaron la misma escena
pero con diferentes desenlaces.
Dicen que no hay
un único plano de realidad,
hay muchos
y que conviven de forma simultánea.

Encontrar el error
en lo que pensé
detalladamente
antes de dar un solo paso,
no es un error,
es una posibilidad.
A lo mejor yo esté
en otro plano
escribiendo un buen poema,
o en otro
sin saber cómo escribirlo.

Encontrar el error
en lo que pensé
detalladamente
antes de dar un solo paso,
no es un error,
es enfrentarme y entender
que a veces lo que digo
rebota de una manera diferente
a como lo había pensado.
Puedo aceptarme
y también
cambiar de opinión.

 

Todos los días

  
Te abrazo
te escucho
te digo
te asusto
te veo
te exijo
te enciendo
te agrando
te decepciono
te cuento
te doy la mano
te culpo
te dejo
te ayudo
te desequilibro
te acompaño
te aguanto
te ignoro
te sonrío
te presiono
te entiendo
te doy un espejo
para que me veas.

 

Lo que nos motiva es pasarla bien

 
Estoy empezando a sospechar
que no hay puerto.
Que lo único real
es el recorrido,
el viaje,
las decisiones que tomo
para llegar a cosas
que después no me conforman.
Usando las metas,
que parecen un punto de llegada,
para darme alivio.
Es probable que ese lugar
con mucho pasto
y el río de frente,
sea un estímulo imaginario
que me permite pensar
que un día
voy a sentarme ahí
en una reposera
para siempre.

Biografía

Antonela Sabella nació en Capitán Bermúdez (provincia de Santa Fe), pero desde hace algunos años reside en CABA. Escribe narrativa, poesía y es docente. Participó de varios talleres literarios. En 2018 publicó por editorial Lisboa “El último vuelo”, una novela policial con suspenso e historias familiares. En 2019 formó parte del fanzine poético “Anoche se robaron la virgen” de la mano de Superheroines y en 2020 participó de la antología poética digital “¿cuándo dejaste de ser jóven?” Publicada por Gustavo Yuste y Tamara Gosso. Actualmente está trabajando en una nueva novela y armando un libro de poemas.