Mayo infinito. Por Violeta Gerez

Ilustración de Gabriel Carpita

Más de treinta madrugadas.

Setenta tuyas.

Siempre pensamos juntas

en esa mala leche malade espaldas.

Pero en las profundidades

la casa en silenciolas paredes sin revoque fino

sin pinturade frente.

Todo advertía.

Y tu voz se daba cuenta

esas realidades nuestras.

Y te ibas silbando un tango bajito

con olor a calle de tierra.


Las manos proletarias

dureza de los años

El mentón endurecido.

El guiso de la noche

Recalentado.

El frío de la estufa

es más duro

que el de todos los inviernos.

La novelita que leés

con el pucho encendido

a las seis de la mañana

Y el mate amargo

de tantas madrugadas

demasiados de sol a sol

y las ganas de que dures

para siempre

en mis mañanas.


Me pierdo

en la arruga de tu frente

puedo leer todos los perfumes

las horas que gritaste

con el puño cerrado.

Las reuniones en un galpón

retorcido con palabras

con hambre de revolución

El humo del pucho

nos hacía temblar

el pecho contra la pared.

Y esa colilla gastada

aplastadacontra el piso

sin techo

afilada la punta

escurridiza

que todavía conservo

por si acaso.


Si mayo no te nombrara

en cada boca pondría

con besos

tus palabras.

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