Poemas de María B. Vázquez

Selección de poemas inéditos

*
ubicar cada noche al resguardo de la poesía
la materia blanda y oscura:
la sangre, los músculos,
la carne, los huesos.
y los sesos, las glándulas,
los tejidos y las células.
es en vano preguntarse
por qué se estira lo que se estira,
por qué se escurre lo que se escurre,
por qué ciertas formas permanecen
y otras se desvanecen
cuando las toca el agua.
en cambio, hurgar como una hurona
— frágil y desesperada
hurona inclaudicable —
hasta dar con el índice que signa al carbón y al diamante:
hurgar hasta hallar algo sagrado,
iridiscente,
incaducable.
algo que explique
la insólita abnegación del cuerpo.

*
sobre la piedra,
con carbón y todos estos palos,
configuré una representación de tu rostro,
con su boca y sus orejas.
son las seis.
a las ocho saldrá la luna y
si digo las palabras correctas
este doble tuyo va a despertarse
y entonces sí vas a decirme,
con los labios que yo modelé,
que el amor siempre
sólo fue una opción,
entonces sí vas a escuchar,
con las orejas que inventé para darte,
que el amor, para mí, era la única.
así tal vez, con los ojos que dupliqué,
por fin veas en la piedra
la piedra eterna de la ausencia incrustada en tus pupilas.

*
al abrirse la noche
entra en mí
el mutismo de una luna hundida en vino. se cierra
el tercer ojo que no tengo. soy
un torpe cíclope que llora
lágrima tras lágrima
con la isla de su ojo
triste y escarchado,
hinchado de nostalgia. tu-tum.
doy tumbos.
reposo.
como en una tumba, pisada por la luz que cargan las estrellas.
sueño
mareas boreales.
me marea
este cielo en todos lados;
el cielo en las palabras.

*
que preserve lo necesariamente indómito,
que no se deje seducir
por la seda del confort, sus ardides, y que arda
a la hora de arder y que descanse
para arder mañana con más vigor.
que exista en sus entrañas
el vértigo del primer mono,
la urgencia del último suspiro, un aletear insurrecto.
que conserve
como un tesoro
un monstruo hundido en la retina:
que sólo lo llore
con la intención de regarlo, para ver crecer las flores
de lo que germina y hoy
y hoy también se marchita.
que admita todas las averías del tiempo pero que jamás
se deje degollar por el filo de los relojes.
que sueñe, ante todo
y contra todo
sin nunca dormir su deseo,
sin sentido que la fuerce,
sin fin.

*
mis compañeritas del jardín y mis primos
y mis vecinas y los hijos del kiosquero
saltaban y canturreaban, hacían bailar
la pelusa de sus nucas bajo el sol. rebotaban
como perdices amarillas y contentas.
querían jugar en el bosque
mientras el lobo no estaba.
yo
me sentaba contra las columnas y los rincones y los árboles
con las piernas bien abiertas me sentaba
en el patio del recreo
en la casa de los abuelos
y escribía rimas con mi lapicito de color:
nadie quiere jugar con el lobo
y a mi me parece bobo.
después repetía como un mantra:
nadie quiere jugar con el lobo
y a mí me parece bobo.
nadie quiere jugar con el lobo
y a mí me parece bobo.

entonces saltaba y canturreaba.
rebotaba como una pulga gris y libre,
con mis piernas abiertas, bien abiertas
y el pecho abierto y los ojos, ¡sobre todo los ojos! ¡abiertos!
porque yo también quería ver mejor.
el lobo -pensaba- debe estar muy solo:
alguien debería ponerse a jugar con él.
yo creía que el hombre de la bolsa
en la bolsa
                                                                   guardaba estrellas.

antes de dormirme, hacía dibujos y
los escondía bajo la almohada
para regalarle por si acaso, alguna noche
decidía venirme a buscar para llevarme de la mano
hasta su faro de arpillera en una nube.

*
trama en la urdimbre vegetal que trae
la marea hacia la orilla; la huella
de las plantas acuáticas, fragmentos
de restos de algas y plancton que se encuentran y avanzan
orbitando sobre la espuma como pequeños planetas blandos
tejidos por las manos de la suerte y las corrientes.
¿cómo algo tan inofensivo puede generar tanto pavor
en un cuerpo móvil como el mío?
mi piel es ciega entre las olas.
el resplandor la entorpece como un embate de cervezas.
no sé qué me roza.
el tacto tan liviano puede confundirse con los hilos de las aguavivas
y sin embargo no arde. pienso
que la materia marina anda sola entre la sal y luego se algutina,
anda acompañándose por un rato y va rumiando alguna cosa
incomprensible desde la superficie,
va acompañándose como diciendo palabras de canciones muy viejas
que sólo cantaron
sirenas y tritones.
esa greña inasequible me toca, se me adhiere.
yo soy de otra sustancia que tampoco entiendo pero al menos habito.
creo que es por eso.
es por eso que temo.

Biografía

María Belén Vázquez nació un 8 de noviembre en 1989 en la Ciudad de Buenos Aires. Vive en Villa Urquiza. Es Licenciada en Letras (UBA). Trabaja como traductora y coordina talleres literarios en la Biblioteca Pueyrredón Sud. Varios de sus poemas y cuentos se han publicado en diversas revistas y antologías. Publicó los poemarios “Un juego entre las sombras” (Ed. Cronopio, 2021) y “Los deberes y el despojo” (Halley, 2023). Su tríada de cuentos “Espejos” ganó el 1º puesto en el FNBB (Bahía Blanca). Su cuento ”El pasto tarda demasiado en crecer” ganó el 1º puesto en el 1º concurso Kamikaze de cuentos (Córdoba). Canta y toca la guitarra en una banda que mezcla estilos de jump blues, rockabilly, jazz y música latina.