Perros nocturnos
Yo no sabía estar despierta de noche
escuchaba el maullido de los gatos
moviendo los techos
escapándose
del silencio
y los autos ruidosos.
Pero ahí estábamos ese día
Vos y yo
solos
en las penumbras del campo
madrugando
Como quien se esconde en un lugar evidente
para no ser encontrado
ni buscado nunca
Saqué mi cuaderno y empecé a escribir lo que veía:
Los perros pasean alrededor nuestro
salvajes depredadores nocturnos
buscando consumir
partes
de un organismo vivo o muerto
se miran
se comunican
se advierten
salvajes
Se tocan sólo
cuando el viento vuela sus pelajes y corren
por el ruido que anuncia una tormenta eléctrica
Se dirigen sin decirse nada
debajo del techo más seguro
aunque sea demasiado pequeño
para albergar
a dos seres
abrumados.
Se amontonan
se arañan
impiden
que sus cuerpos
sean tocados por el agua
Y es sólo
en ese momento
cuando sus pelajes
se contactan
se tocan
se entrelazan coreografiados
hasta el punto
en el que se asfixian
y necesitan
separarse de nuevo.
Los observo.
el agua
su miedo
El contacto de sus cuerpos
la irritabilidad de no soportarlo
Mientras tanto
los nuestros se pudren
alrededor de un césped negro y húmedo
en el medio de esta madrugada violeta
y desgarrada
en la que
intento
tocar tus dedos
enlazar tus manos
con las mías
coordinar un juego absurdo
de pulgares tímidos
para ver tu espalda
darse vuelta
alejarse de mis uñas
irse
de nuevo.
Marzos
Pero en marzo
esa noche:
Su pelo
caía
sobre mí
como una cortina
pesada y fría
Sus ojos grises
reposaban
entre medio de mi cama
y la noche.
Nuestros cuerpos brillantes
descansaban
mientras la noche
parecía transcurrir
despacio.
Escuchábamos
a los autos
anunciarse por la ventana
y perderse
lejos
diminutos.
En algún momento
dejábamos de escucharlos.
La respiración se volvía
rápida
y después lenta.
Detrás nuestro:
el cielo masivo.
Y volvía a verla:
vestirse
arreglarse la camisa
lamentándose
y yo me animaba a decirle
que estaba bien
que la noche sea así
Y respiraba
todo el aire que podía
porque eso es lo que haces
cuando llega un extraño a tu cama
y deja quieta la noche
un rato
para que puedas
respirar de nuevo.
Paraje
1.
Un paraje en medio de la montaña,
sus puestos llenos de gente.
Ella me explica el recorrido y me dice:
“Después de las cinco, toda esta gente
desaparece”.
2.
En el auto me da la mano.
Maneja, entre curvas pronunciadas
“Este camino es peligroso”,
sentencia.
3.
Caminamos entre montañas y vacas.
“Aquí todos los días,
la neblina cubre
la tierra”, me cuenta. Y sigue,
“tanto, que no podría verte
del otro lado”
4.
Nos detenemos cerca del agua,
me alejo
hundo mis pies
en el río, contacto mi piel con el agua.
5.
Vuelvo,
nos acostamos en las piedras
al costado del río
desaparecen, nuestros cuerpos.
Cuerpos
I
La luz se filtra
por las ventanas
del living.
La observo
acostada
entre los muebles
de la casa de tu infancia.
La casa
a la que no volviste mas
hasta ese verano.
Decías
que era demasiado
luminosa para alguien
como vos
Pero ese verano
te conocí
y la conocí
Vi el mantel de plástico
las cinco sillas
esperando
alrededor de la mesa
El puño de tu padre
marcado en la pared
Vi la foto
al costado de la heladera
El árbol
que daba sombra
y daba luz
en la medida justa.
Ese árbol
que se desplomó
una noche de verano
y de tormenta
pensé de nuevo
en la casa.
Alguien
cocinando
a las diez de la noche
Los últimos sonidos
del barrio
Los últimos autos
besando el pavimento
y ese viejo Renault gris
entrando al garage
anunciando
otra noche
una nueva llegada.
II
Vuelvo al living
y te miro
mientras de fondo suena
esa canción de Kim Carnes:
“todo lo mejor
solo para complacerte”
y detrás de nosotros
otra luz
se filtra
con una especie
de timidez
iluminando
tu cara
la marca del puño
tu pecho
mi cuello
tus manos
los muebles
y las fotos
y todo eso
que reposa
alrededor
de nuestros cuerpos.