Río Paraná, en tus aguas
no sería más que el cebo
en un anzuelo
sobre el fondo barroso.
Me esconderé en la orilla
entre las raíces
revestida de líquenes
y césped mojado
Mientras la luna danza
con el vaivén de tu cauce
yo treparé hasta las glicinas
para ver a los pescadores
Seremos un todo
sólo en el paisaje
de quien mira.
Navego río arriba
La orilla se vuelve
una desconocida
Los remos saludan tímidos
A los camalotes en flor
El cielo marca la hora de Dios
¿Cuántos kilómetros
Deberé recorrer
Para escapar de mi?
Lloras
y tu pañal está limpio
y tu ropa es 100 % algodón
y tu hambre sacié
y mil historias
te conté mientras
te arropaba y aún sigues
llorando y yo sin más
páginas por leer
del manual heredado
sobre maternar
improviso
una canción
que te arrulla
y es ahí
y es así
que dejas de llorar.
Al tercer día
de amamantar
el calostro
tibio y espeso
se derrama y
recorre los primeros
surcos labrados
en mis pezones
a la semana
son vasijas
hecha añicos
en cada toma
leche y saliva
rellenan las grietas
como el oro y la cera
en el kintsugi
Lo sabré después
Nueve meses
con la idea fija de parir
por parto natural
y un segundo
para anestesiarla
con la epidural
cuarenta minutos
con las manos atadas
a los costados del cuerpo
las voces expertas
el tajo en el bajo vientre
el bebe con los ojos abiertos
hacia los míos empañados
nos miramos por primera vez
lloro
se lo llevan
escucho su llanto
inmovilizada en la camilla
me cosen la piel
no la herida.
Bordado
Un fuentón
agua tibia
jabón en pan
y mis manos
en tu batita
una caricia.