La carne, el grito y la sombra. Un comentario sobre In medias res, de Leandro Surce

por Ezequiel Bados

La carne, el grito y la sombra. Un comentario sobre In medias res, de Leandro Surce (Cartografías Ediciones, 2020. 78 págs.)

el Tiempo, que es insonoro e invisible, ¿cómo pintar
o hacer que se oiga el tiempo?

Gilles Deleuze, Francis Bacon: la lógica de la sensación.

Deleuze sostiene en su texto sobre la obra de Francis Bacon que el autor inglés acometió una ruptura con la lógica de la narración que se sostiene en el arte figurativo sin andar necesariamente por los caminos de la abstracción; por el contrario, trabajar la Figura (la Figura con mayúscula, la que rompe con la narración de lo figurativo) se concibe como una línea de fuga posible para evadir esa narración, esa figuración. Pasándonos al plano de la literatura, en tanto géneros discursivos podemos afirmar que, en rigor, el poema no está obligado por sus reglas intrínsecas a sostener una narración. En otras palabras, la poesía se posiciona como la Figura por antonomasia y en ese sentido su relación con respecto a las artes visuales (y en especial la pintura) puede pensarse como más cercana.

Es precisamente la constitución de esta red de relaciones intertextuales la que propone Surce en su obra In medias res triangulando (elaborando un tríptico) la obra de Francis Bacon, el trabajo analítico de Gilles Deleuze y su propio texto. Ahora bien, consideramos que toda poesía tiene una filosofía subyacente (un concepto del “yo”, una idea de “autor”, una figura de “Belleza”, etcétera): el poemario de Surce puede articularse alrededor de tres grande tópicos: el cuerpo (“la pieza de carne”), el grito y la sombra. Al mismo tiempo, el correr de la lectura se ve interrumpido por citas textuales de otros autores (Rousseau, Cortázar, Adelbert von Chamisso, Bioy Casares, etcétera) que agregan y complejizan la profundidad del campo semiótico.

En otras palabras, el trabajo de Surce se compone como el trabajo del pintor: la elaboración de un tríptico (un tríptico que, a diferencia de la lógica convencional de los trípticos, no sostiene una narración sino que desarrolla, a través de él, la presentación de una Figura, de un punto de fuga alternativo a la técnica abstracta para romper con el imperio de lo figurativo/narrativo) en donde entran en un juego de correspondencias elementos semióticos propios de la poesía con otros lenguajes literarios (como la narración o la teoría), deconstruyendo a estos últimos y apropiándoselos como parte del decorado del tríptico (el poema se come la fuerza de la narración y la razón de la teoría y los resignifica en sus propios intestinos), y arrojando por resultado un poema del acontecimiento. La carne, el grito y la sombra sostienen la estructura de tríptico del libro que antes de contar una historia, en rigor, lo que elabora a través de su desarrollo es la manifestación de un acontecimiento; un acontecimiento in medias res.

Sin dudas, In medias res se destaca por construir una propuesta sofisticada y original que podamos tomar como punto de partida para volver a recuperar la pregunta que interroga por el valor de la obra de arte y su función social, la que interroga por la filosofía subyacente a toda obra de arte.