La sombra de Campo de Mayo, por Fabián Domínguez

El lunes 23 de julio de 2018 el presidente italo-argentino Mauricio Macri fue hasta Campo de Mayo para golpear la puerta de la guarnición militar con mayor poder de fuego y un pasado tétrico. La última vez que los civiles recurrieron a esa maniobra fue hace más cuatro décadas y las consecuencias fueron 30.000 desparecidos, miles de exiliados, cierre de fábricas, desempleo, inflación, deuda externa que pasó de U$ 4.000 millones a U$45.000, clausura de dos universidades (Comahue y Luján), una guerra contra Inglaterra y sus aliados de la OTAN con 10.000 soldados argentinos en el campo de batalla, más de 600 muertos y una cifra similar de suicidios.
Al nacer el siglo XX, en el cruce del río Las Conchas y el Camino real, había un molino, un puente y una infinita llanura que conformaba parte del paisaje elegido para erigir la guarnición militar más grande del país. Campo de Mayo nació hace 117 años, con la excusa de una posible guerra contra Chile, país ubicado a más de 1.000 kilómetros de aquellos cuarteles, por lo que era evidente que la crisis del proyecto agro-exportador buscaba reprimir los reclamos sociales. En la calle había anarquistas, sindicalistas y un incipiente partido político denominado Unión Cívica Radical (UCR) que salía todos los días pidiendo el cambio del sistema oligárquico.

Rumbo al campo de maniobras

El presidente Julio Argentino Roca, junto con su ministro de guerra, el coronel Pablo Riccheri, suscribió la ley 4.005 por la cual el Estado adquirió los terrenos para crear una guarnición militar cerca de la ciudad de Buenos Aires.

Apruébanse las negociaciones hecha por el Poder Ejecutivo para la adquisición de terrenos destinados al establecimiento de un campo de maniobras del Ejército, sobre el río de las Conchas, en inmediaciones de la Capital Federal el cual queda designado con el nombre de Campo de Mayo-, dice el artículo 1º de la ley.

El segundo artículo de la ley de la creación del campo de maniobras militares aprueba realizar las expropiaciones necesarias.
El Poder Ejecutivo expropiará, con arreglo a lo dispuesto por la ley Nº189, los lotes de terrenos situados en el partido de General Sarmiento señalados en el plano correspondiente con los números 27, 28, 39, 40, 41, 42, 43 y 46, que tienen una superficie aproximada de cien hectáreas.

Cuando nacía el siglo XX, lo que hoy se conoce como Campo de Mayo era parte del paisaje pampeano, con una inmensa e infinita llanura, con algunas ondulaciones, escasos árboles, animales sueltos, la cabaña de algún productor ganadero, un molino, un puente que pasaba sobre un río manso y marrón, y el tránsito de personas de a pie, paisanos de a caballo, galeras y carretas. El río se llamaba Las Conchas, se ubica al noroeste del actual Gran Buenos Aires, en el partido de General Sarmiento, y el puente era denominado Paso de Morales, el cual junto al Paso del Rey y el Puente Márquez eran, por su escasa profundidad, los únicos tres cruces del río que existían desde tiempos de la colonia.

En 1889 se había creado el municipio de General Sarmiento y esos parajes formaron parte del Cuartel V, especie de delegación municipal en el que se dividía el distrito. Los terrenos ya habían sido parcelados y había algunas estancias entre cuyos propietarios se encontraban las familias Quirno, Morales Maldonado, Navarro, Villamayor, Alvear, Pacheco, Trejo y Udárriz, Ballesteros y Soto, entre otros. El viaje en carreta desde Buenos Aires a Paso Morales consumía una jornada completa. El arquitecto Alberto Alfaro, quien estudió la zona, sostiene que allí se detuvo la carreta que transportaba a la Virgen de Luján, versión que contrasta con la que sostiene que el lugar del milagro fue en la zona de Zelaya, a orillas del río Luján. Lo que es indudable es que la carreta que transportaba las dos imágenes de la Virgen, y que se dirigían a Santiago del Estero, debió pasar por uno de los tres pasos antes mencionados.

El historiador Eduardo Ismael Munzón, en su Historia de General Sarmiento, expresa que la
guarnición de Campo de Mayo es un acantonamiento destinado, en especial, a escuelas de armas y sus centros de instrucción respectivos, a la vez que campo de maniobras para las demás unidades del Ejército, por tener en sí los polígonos y campos de tiro de combate. La historia oficial cuenta que la idea de crear un campo de maniobras como una escuela de instrucción fue del coronel Pablo Riccheri, quien al visitar Francia quedó impresionado por el Campo de Chalons, de 15.000 hectáreas, creado por el emperador Napoleón III. Cuando se impulsó la iniciativa de reemplazar el Ejército de enganchados por el de soldados entrantes por medio del servicio militar obligatorio, el proyecto tomó fuerza.

El artículo 3º de la creación de Campo de Mayo dice que el importe de las adquisiciones será
cubierto con los fondos sobrantes y los que se economicen sobre el presupuesto vigente del Departamento de Guerra. En 1926, en una carta dirigida al general Aníbal Vernengo, el general Riccheri recordó que la iniciativa del campo militar cerca de la Capital se estrelló ante la resistencia irreductible de aumentar en un centavo el exiguo presupuesto de menos de $13.000.000. Entonces el Ministro destinó una partida de $2.400 mensuales para comprar un terreno, a lo que se sumaron ahorros de las partidas de cada inciso del presupuesto, reduciendo la cantidad de soldados enganchados, llegando a una suma cercana al millón de pesos.

La mediación de Mitre

Riccheri recordó que al finalizar 1901 se pagaron al contado 2.000 hectáreas, pertenecientes a unas 43 fracciones de varios propietarios, que constituyeron el núcleo de Campo de Mayo. En menos de un año, el ministro Riccheri logró convencer a 43 propietarios para que vendieran sus lotes, pero jamás lo hubiera podido hacer sin la intercesión del ex presidente y opositor Bartolomé Mitre. En efecto, Riccheri le solicitó a Mitre que mediara ante el propietario Norberto Quirno Pizarro para que vendiera parte de su estancia La Luz, ubicada en el distrito de General Sarmiento, donde tenía cabañas dedicada a la cría y mejora de ganado. El cabañero, que además era el primo del entonces vicepresidente Norberto Quirno Costa, tenía otra estancia en el mismo municipio, llamada La Victoria, y en el distrito de Morón tenía La Estanzuela. En los tres establecimientos se criaban y mejoraban los más selectos animales bovinos, y de La Luz salieron novillos que fueron exportados a países interesados en la calidad de los animales.

Mitre se reunió con Quirno Pizarro, que fue su ayudante de campo en las batallas de Cepeda, y cumplió el mismo rol con el coronel Emilio Mitre en Pavón. El propietario no solo accedió a la solicitud, sino que fue el primero en firmar el boleto de compra – venta de 700 hectáreas a $471 la hectárea, suma inferior a la que se cotizaba por su calidad y ubicación-. Luego fue más fácil que el resto de los propietarios imitaran la decisión del primer vendedor, sumando en aquella época un total de 2.000 hectáreas, para luego alcanzar las 3.000 con la venta de la familia Pacheco-Alvear en la actual zona de Don Torcuato.

A mediados de 1901, la Cámara de Diputados recibió un mensaje firmado por el entonces presidente Roca y su ministro Riccheri. En la misiva se manifestaba que era imprescindible la adquisición de un campo para que ofreciera a las tropas el medio de desarrollar con la amplitud necesaria la instrucción práctica de las mismas, familiarizándolos con la aplicación sobre el terreno de los elementos y la implantación de la enseñanza táctica en operaciones de las armas combinadas, así como para el ejercicio y desarrollo de aptitudes de jefes y oficiales.

En la misma carta ambos anticipan que ya habían dialogado con propietarios de General Sarmiento, adquiriendo algunas tierras con dineros reservados y ahorrados del presupuesto aprobado para el Ministerio de Guerra. La decisión no era azarosa; se vivían días de agitación por un problema de límites con Chile, y la paz armada obligaba a mejorar la preparación de las tropas. Además había una situación social explosiva, que se venía dando con los inmigrantes que a medida que ingresaban al mercado laboral se organizaban y comenzaban a realizar medidas de protesta para mejorar sus condiciones de trabajo. A ello se agregan las constantes intentonas revolucionarias de grupos políticos disconformes con el sistema oligárquico, que en 1890, 1893 y luego en 1905 harían tambalear los cimientos de la república conservadora.

El 24 de julio de aquel primer año del siglo XX, los diputados trataron y aprobaron la propuesta y, tres días más tarde, lo recibió la Cámara de Senadores. El 1º de agosto se trató el proyecto con media sanción, siendo los oradores el general Riccheri y los senadores Domingo Morón, quien presidía la comisión de Guerra, Miguel Cané, Cátulo Aparicio y Carlos Pellegrini. La sanción se votó el 6 de agosto y el 8 del mismo mes el presidente Roca y su ministro de Guerra suscribieron la ley Nº 4.005 que creaba la guarnición militar de Campo de Mayo. La ley no sólo aprobaba las adquisiciones de los terrenos, sino que también autorizaba al poder Ejecutivo a expropiar cien hectáreas ubicadas en General Sarmiento.

Los primeros jefes

El 24 de agosto se nombró intendente del campo de maniobras al teniente coronel Conesa, considerado el primer jefe del centro de instrucción y de maniobras. No fue la única medida de importancia para las fuerzas militares, ya que el 6 de diciembre se aprobó la ley 4.031, que instituía el servicio militar obligatorio. El 27 de diciembre, el presidente Roca firma un decreto por el cual divide el país en regiones militares a saber Capital, Neuquén, Litoral, Norte y Cuyo, pasando Campo de Mayo a formar parte y a depender del comando en jefe de la Primera Región Capital, con sede en Capital Federal.

El 31 de diciembre de 1901 se nombra como comandante en jefe de la Primera Región al teniente general Nicolás Levalle, compañero del presidente en la Campaña del Desierto y ministro de Guerra y Marina del presidente José Evaristo Uriburu. Por aquel entonces Levalle estaba enfermo, hacía diez días había regresado de Francia, donde se había sometido a dos operaciones que no frenaron el tumor que lo aquejaba, por lo que el decreto especifica que hasta tanto se encuentre restablecido el señor Comandante en Jefe de la Región Capital, será reemplazado en sus altas funciones por el señor general de brigada don Francisco Reynolds. Levalle falleció el 28 de enero de 1902, por lo que jamás asumió su cargo de manera formal aunque lo había aceptado por nota el 16 del mismo mes por lo que es considerado el primer jefe de la Primera Región, cuyas tropas desfilaron en homenaje a su comandante.

Tres años después de su creación, el 1º de febrero de 1904, se nombra un responsable formal de la guarnición militar de Campo de Mayo, recayendo la responsabilidad en el coronel Carlos E. O’Donnell con el título de jefe de las fuerzas de Campo de Mayo, siendo reemplazado a fin de año por el coronel Antonio Giménez (1904/05). En abril de 1905 Campo de Mayo pasa a depender directamente del Ministerio de Guerra, con el nombre de Comando de la División Instrucción, para ser considerado pocos días después en una categoría similar a los comandos regionales. En enero de 1907 el lugar pasa a considerar otra vez comprendida dentro de la Primera Región, y el 31 del mismo mes se disuelve la División instrucción para pasar a denominarse Campo de Maniobras, y el 17 de enero es nombrado interinamente el coronel Luis Dellepiane, pero éste pide su relevamiento y el 16 de julio lo reemplaza el coronel Alberto Cáceres. En 1909 el coronel Cáceres es enviado a ocupar la provincia de San Luis, y como jefe provisorio del acantonamiento queda el coronel Camilo Gay, cargo que ocupa hasta 1912, cuando es reemplazado por el coronel Eduardo Broquen.

La creación de la Escuela Superior de Guerra dos años antes y la mayor profesionalización de los oficiales apuntaban a las hipótesis de conflicto que manejaba el Estado, dentro de las que se encontraba un inminente enfrentamiento armado con Chile por cuestiones de límites. La paz armada se manifestaba con el despliegue de fuerzas, el aumento de efectivos, concentraciones, maniobras, adquisiciones de barcos de guerra y armamento.

El general Ricchieri subió las escaleras hasta el segundo piso del molino de Paso Morales, hoy Puerta Nº 1, y con su catalejo observó las maniobras que realizaban los soldados de las primeras unidades del lugar, los regimientos 4 y 8 de Caballería de Línea. Una tarde, ya cuando la tropa descansaba, vio que un grupo de soldados se acercaron a la orilla del actual río Reconquista, se sacaron la ropa y se arrojaron a nadar. Un grupo de mujeres del lugar los acompañaba, y la propietaria del molino, viuda de Bancalari, se dio cuenta del detalle, por eso pidió que cerrara la pulpería cercana. La escena se repitió varias veces, por lo que la mujer, en 1904, vendió las 34 hectáreas y el molino en $68.000 al gobierno nacional, que se compró para ampliar Campo de Mayo.

La guarnición como sombra

El historiador Jorge Pumiere cuenta que como la estación más próxima era Bella Vista sobre el Ferrocarril al Pacífico, se instaló un servicio de correos por el sistema de posta a caballo entre ésta y Campo de Mayo. A fines de 1904 se aprobó una ley por la que se otorgaba una concesión a la empresa nacional de ferrocarriles Lacroze Hermanos y Cía para construir, explotar y ampliar una línea de tranvías eléctricos en Capital Federal.
-Al acordarle nosotros las pequeñas ventajas que se enuncian en el proyecto, le hemos impuesto a la empresa la obligación de hacer la línea de vinculación con el Arsenal de Guerra de la Capital y el Campo de Mayo con la línea rural, así quedan ligados los dos grandes establecimientos militares de la República-
dijo el diputado Francisco Seguí, integrante de la Comisión de Obras Públicas, durante el debate sobre la concesión. Hasta el momento la empresa unía a través del tranvía rural la estación Chacarita con la estación Pereyra, en el actual partido de Hurlingham, pero la aprobación en diputados y senadores incluyó el artículo 3º, que se especificaba de manera taxativa que la empresa estaba obligada a vincular el Arsenal de la Capital Federal con Campo de Mayo, lo que implicaba ampliar la red. Los vagones fueron tirados por caballos hasta 1897, pero en el momento de aprobada la ley se estaba usando el sistema a vapor, aunque en Capital Federal habían sido autorizados, por la ley a la que hacemos referencia, a cambiar al sistema eléctrico. Se calculó que la firma de los contratos, los estudios posteriores, la aprobación de los proyectos y la realización de las obras implicaban un tiempo considerable, por lo que se esperaba inaugurar el nuevo tramo cuatro años más tarde, pero los trabajos de electrificación y tendido de nuevas vías en Capital Federal, sumado a la creación de la empresa Ferrocarril Central de Buenos Aires, a la que le trasladaron la concesión del servicio a Campo de Mayo, retrasaron las obras, las que fueron inauguradas el 1º de diciembre de 1912.

Leyes posteriores ampliaron el área del campo, como en 1910 cuando se autorizó la expropiación de 6 hectáreas a Eugenio Mattaldi, en las inmediaciones de la estación Bella Vista, a fin de construir un ramal que una esta estación con el polígono del Batallón de Ferrocarrileros acantonados en el Campo de Mayo. Las distintas unidades congregaban a oficiales y suboficiales quienes, junto con sus familias, se asentaron en la zona. Por tal motivo, en la década de 1930 se creó el barrio de suboficiales Sargento Cabral, con plaza, iglesia, escuela y teatro propio, caserío que sigue albergando familias de militares en la actualidad.

Para entonces las unidades de la guarnición no solo participaron en la represión en las manifestaciones de los actos anarquistas del 1º de mayo, antes del centenario, sino que tuvieron papel protagónico en la fatal semana trágica de 1919. El primer golpe de Estado del siglo XX, el 6 de septiembre de 1930, tuvo a la guarnición como fuerza de apoyo. Con el paso del tiempo ese lugar sería la sede del nuevo poder político, que periódicamente intervendría en la vida del país con golpes de Estado. En los años 1943, 1955, 1966 y 1976 los jefes militares de Campo de Mayo lograron imponer gobiernos de facto, siendo uno más tétrico que otro. En la Pascua de 1987, con una democracia endeble, se produjo una intentona que fracasó ante la reacción popular que se volcó a las puertas de la inmensa guarnición militar y en la Plaza de Mayo.
Ese día se selló el pacto social que determinó que las Fuerzas Armadas nunca más intervendrían en la seguridad interior, el cual se confirmó con leyes sucesivas.

El inmenso campo militar tiene 3.000 hectáreas, y entre sus dependencias se encuentran el Comando de Institutos Militares, Gendarmería, el Hospital Militar Juan Madera, Aviación de
Ejército, pista de aterrizaje y polígono de Tiro. Además se encuentran las escuelas de suboficiales Sargento Cabral, para Apoyo de Combate General Lemos (ambas hoy unidas como Escuela de Suboficiales Sargento Cabral), Cuerpo Profesional Femenino, de las armas de Infantería, Comunicaciones, Artillería, Ingenieros, Caballería, la Agrupación Comando, los Helicópteros de Asalto y los Cascos Azules de la ONU. Ahora el presidente Macri abrió la caja de Pandora, y volvió a liberar contra la población civil a los demonios encerrados en los fusiles mercenarios.