Si mi abuela quería ser río
No matarás
carne propia y ajena
testigos los cielos y la tierra
para que vivan vosotros y su descendencia
dice LA PALABRA
escojan la vida y la bendición
contrario al camino de la maldición
dice EL VERBO
pero cómo le digo yo
que la condena es savia oscura
de fronda marchita y negra
si mi abuela quería ser río
fluir en la angustia vaga
sola entre las cosas últimas y secretas
pero cómo le digo yo
que no darán frutos sus ramas
ramas torcidas y prietas
si mi abuela quería ser río
correr hasta el mar con sus ramajes
con sus orillas trémulas
con sus hondos reflejos cristalinos
como risa de guagua
loca de alegría y de pena
si mi abuela
hija loca del agua
LOCA
¡BRUJA!
bruja antigua de las que asustan a un hombre con la mirada
si mi abuela quería
oír las primeras sílabas aletargadas del cielo
un cielo vago y pálido en su celeste límpido
¡si mi abuela quería ser río!
y renacer en el fuego sus cenizas
y perderse en el mar
y saberse pedacito del infinito.
“La muerte es parte de la vida”
le dice una madre a su hijo
apenas tendrá 7 añito
chiquito
señora ¿no ve que es chiquito?
¿que son las 8 de la mañana
de un verano terrible sábado
pero con brisa de domingo?
¿que una señora hace malabares
para no irse de jeta
con mate yerba bolso y abrigo
contra el piso?
“La muerte es parte de la vida
todos algún día nos morimos”
tal vez improvisó una respuesta
aquel señor con ojos ensombrecidos
o lo aceptó como cosa natural
incontestable
la viejita de adelante
que mira al nene con el candor
que provocan los seres chiquitos
para los que la comprensión es cosa impensable
y es que el nene está convencido
de que la inentendida es la madre
que él le habla de transgresiones
de la vida más allá de la muerte transgresiones
que saben a pesadillas a oídos envejecidos
de eso que oculta
el consciente reprimido
y que no siempre una resignación
viene a calmar un miedo
¿irracional?
¿o sobreentendido?
Tristeza amiga mía
Viene tan seguido la tristeza
que le guardé un lugarcito
en la esquina de la mesa
la veo en la puerta y le digo
“vení pasá tomemos un tecito”
a veces la noto tímida
otrora incómoda
ya ni le ruego ni le mendigo
que se vaya a otro destino
pero sí le pregunto
casi sin sentido
“¿por qué?
¿por qué te aparecés?
¿no estaba todo bien?”
y ella me responde
“Dejame estar un ratito
guardame acá en la mesa
en la esquina nomás
un lugarcito
que yo también me siento sola
y a veces
necesito un oído amigo”
¿Quiero un amor?
A veces pienso
quiero una chica que me dé su amor
que sea pura ternura
Y después
el terrible después
pienso con más detenimiento
y me pongo a revolver
en las entrañas de este sentimiento
y creo encontrar la epifanía:
quiero un amor
bravío como tifón de enero
que venga a barrer
con lo que fui soy y para futuro tengo
que sea tan radical la revolución
que me replantee la existencia
que mueva todas las piezas del tablero
que sea tan grande la metamorfosis
que me salgan 6 patas 7 ojos y 8 brazos
y ninguno me alcance para correr liebres bajo la lluvia
ni mirarle en un loop infinito
ni agarrarle tan fuerte que nos volvamos una sola circunferencia
perfecta circularidad
dos partes vueltas una
otra vez plegadas ad finitum
pero ¿quiero un amor?
quizás no estoy más que delirando
porque hay mucho silencio y hace frío
¿Dónde va el amor que no muere?
¿Se evapora en la niebla?
¿Se va tras el rastro de un jilguerito?
¿Juega a perseguirle la cola al viento encima de un panadero?
¿Se enredó entre las hojas de ese abeto?
¿Se perdió en el llanto de ese niño?
¿Dónde se esconde adentro de uno semejante bicho?
¿Empieza a comerse las tripas si no sale a tiempo?
¿Lo expulsamos en vómito imprevisto?
¿Se aferra las paredes del estómago parásito maldito?
¿Se hace bolita de pelos en la garganta?
¿Renace como margaritas en el hígado?
¿Te corre en savia ponzoñosa por las venas?
¿Oscurece el corazón y entorpece los sentidos?
¿Acaso te hace más fuerte si no te mata?
¿o ese también es un dicho maldicho?