Del libro Doce meses de verano (2024, Ineditados publicaciones)
flores sobre un bar
rosas fucsias violetas son las flores que decoran
la ventana de un bar
las copas medio llenas duermen
en la esquina justo en frente de la estación
ahí entramos a veces riendo, a veces
de la mano
bajamos y subimos escalón
tras escalón hasta poner pie
sobre el andén caliente
ni un segundo tiene que pasar y llega
uno de esos subtes que por momentos corre
sobre las alas de la tierra donde a veces vamos
colgados de los caños o sentados sobre
esos cuadrados de plástico, siempre
riendo, siempre
besándonos, siempre
con tus dedos acariciando
el lomo de mi risa y mi piel casi flotando no siente
ni el pegote del asiento ni la humedad que plaga
este tubo donde pasamos
cuarenta minutos para ir, cuarenta
minutos para volver, solo sabe encontrar
tu roce
un poema se marchita sobre tu mesa
las flores siguen pudriéndose sobre tu mesa
cuando las traje aún respiraban
y tu sonrisa las guardó
en un vaso de pinta a falta de florero, hoy
las espinas finas que una noche me pincharon
cuando acomodaba ambos ramos para formar uno se doblan
dentro del papel plateado ahogado por nuestro sudor y las hojas
siguen la forma de nuestras piernas sobre la alfombra, se arquean
solo al mismo tiempo que nuestras lenguas y los capullos
cada hora más secos como mi garganta abierta al cielo hacen crac al soplo
no sé si tengo poema
más grande que esto
Poemas inéditos
identidad
damos por sentado que siempre vamos a tener
a nuestras madres contándonos
cómo fue que nacimos cuál era
el largo de nuestro cuerpo el color
de nuestros ojos y de la pelusa que nos decoraba
la frente
pensamos que nuestro papá va a contarnos un día sobre
nuestros primeros pasos o tal vez cómo encastraba justo
el bañito dentro de la bacha de la cocina si era
rosa rojo o violeta y de la vez
que nos caímos de la bici porque nos resbalamos con el agua
que se formaba en la plaza y que todo será verdad
tomamos por sentado que compartiremos
con ellos la historia de nuestro primer beso y también la oportunidad de
poner primero el mantel en la mesa y luego la pava
sobre la hornalla mientras llenamos
el mate de yerba justo antes de sentarnos a charlar
creemos que todxs tendremos el gusto de compartir
el tiempo detenido en una foto que nos muestre
cómo nos peinaban el pelo si con raya al costado o tal vez
al medio o tal vez
todo tirante para atrás
pesamos que todxs podemos enunciar
yo saqué
los ojos de mi viejo o escuchar
tenés la misma sonrisa que tu mamá
salgo a la verdulería una mañana de marzo
hoy podría en el camino por ejemplo cruzarme
con un perro tan grande que ocupe
mi campo de visión completo y solo quede su pelaje manchado
un blanco acostado sobre terciopelo gris o podría
quedarme embobada ante el beso entre la luz
y las hojas del gomero que abraza
cada esquina del parque
también podría tranquilamente tropezar
con una vecina y que me hable
de sus nietos corriendo sobre el pasto de un campo abierto
donde el aire tiene casi la frescura de tu risa
y cuando llegue por fin a destino encontraría
una fruta casi irreconocible cuando la muerda sentiré
un hielo violeta derritiéndose sobre mi lengua y la poesía
desbordándome los labios
volver a casa para besarte
ir a una fiesta donde no estés y ver cómo la tarde
cae sobre los árboles de luján y la novia
se moja el vestido blanco con las gotas de una tormenta
que espera tanto como yo que el jolgorio termine para
volver a casa a besarte
salir a tomar acá a tres cuadras
un café sola con dos medialunas o si me siento elegante quizás un flat white
no concentrarme en lo que explica Diana en estas páginas sobre
la pequeña voz del mundo porque estoy perdida pensando en que quiero volver
a casa a besarte
ir a un ciclo de poesía en el centro y terminar
en otro en boedo y después ir a tomar una birra y que ahora
las horas afuera de casa sumen más de diez y ver
en el fondito que queda en los vasos los minutos exactos que faltan
para salir corriendo a casa a besarte
era en abril
estamos en el balcón intentando
volver a respirar
-javier roldan “villa trankila”
es muy difícil todo
muy difícil, de repente y casi de un golpe
estirado en cuatro meses se lleva
hasta las migas del mantel
solo permanece
el cantar del compro heladera compro
como nubes en el cielo de abril
es muy difícil todo, muy
difícil, casi que no se puede y aún así
nos encontramos a escuchar poesía
en cualquier tugurio, colmamos
cada esquina y vericueto
hacemos de la noche
la risa y el beso
esta felicidad
nuestra pequeña revolución