Poemas de Daniela Marqués

Juremos con gloria morir

Cada fragmento de mi cuerpo
hace una reverencia a tu piel
cada corte de mi respiración
es un grito de alabanza despojada.

Mi boca 
se alimenta de tus pechos
racimos
en mi cara.   

Con la lengua reseca
encuentro el zumo 
que me sacia
en la corona de tu sexo.

El impulso de tu marea
me convierte en ola reinante: 
me glorifico
efervescente
espumosa 
en tus caderas.

Envueltas en la corriente de retorno
fundamos nuestro imperio
gobernado
por dos reinas.

El día era interminable
la luz ciénaga de ocupaciones blandas
sistemáticas alienantes.
La noche la perturbaba en un silencio confuso
irreal efímero.

Eva en su intento de reposo
con su rezo obligado
sollozaba
apedreada de mandamientos
punzada por una costilla que imploraba
remover de su cuerpo.
Su ánima apenas jugaba con los bordes de su piel
el significado de vivir era un altar que no comprendía
el sacrificio por un existir impuesto.

La fragilidad de su cuerpo suplicaba
la oportunidad de la muerte.
Cuando el punto final emerge
elegido por el locatario de la carne
las prohibiciones reflotan
en un deseo genuino.

Eva arrancó la costilla injuriosa de Adán
y lamiedo la linfa
escuchó una melodía que yacía en su psiquis
una música que encontró significado
en la apertura de sus piernas
no se abrían para parir con dolor
solo exclamaban el último verso
en el grito más terrorífico para los arcaicos.

Fue el llamado a la digna de su placer:
Lilith ascendió del infierno
con su melena de fuego
tomó la costilla con su enardeciente mano
penetró su sexo
se posó sobre Eva
en la tijera más hereje.

Conquistadoras del paraíso
eyacularon sobre blasfemos
que creyeron apoderarse de la historia
adueñarse del placer.

Corona
Cada herida
acrisola el oro.

Cada pétalo seco
cada tallo infecto
florece
porque no puede morir
quien ha resucitado.

Episiotomía
Recostame en el mármol
echemos a los monaguillos
tomemos la sangre de Cristo
ganemos la pulseada contra Dios
sangremos cada esperanza.

Quiero apoyarme en tu pecho
que me sostengas
mientras abro las piernas
pujando ese cachorro
que nace muerto
como nuestra casa
el jardín de flores
los gatos al sol
y nuestras risas en la cama.

A la poesía
Cuando descubrí
que podía tenerte
mi lengua anémica
reposó sobre el capullo
tiñiéndose 
en una siesta merecida.
Solo porque estabas ahí
esperándome.
Aunque nunca supe 
qué hacer con las palabras.

A mi dolor:
Me dejás inerte
me saboreás
como serpiente pegajosa
invadiendo mi globo ocular
inyectando tu néctar.
El tiempo se me resbala
en el desquicio busco un recoveco
donde penetrar la carne y extirparte.

La luz me lastima
mi masa se descompone.
Asimétrica, siento mis fluidos en la piel muerta
inmóvil. 

Curiosa,
deseo entender
el dialecto de tu canto lírico y agudo,
único,
como las membranas que atravesás
con espinas de tu flor púrpura 

mortífera flor
amante de mi lado derecho.
Invasora de mi fuente
cegadora.
¿Me tapás los ojos para no ver tu propósito?
Será ese el aprendizaje de tu gestión
que me gobierna.

Verdadera
dolorosa
humillante
desgastante.

Camino en círculos
intentando descubrir el enigma
desatar el nudo nervioso 
que me obtura lo más orgánico.
.

En esa pared veo la sombra que me invade
deseo liberarte 
liberarme en la caída inconsciente
donde naciste oprimida.

Sos mía 
soy tuya.

En esta cronicidad te enseñaré 
a caminar
mi lengua materna,
voy a formarte hasta romper
la simbiosis,
te nombraré mi primogénita.

A mi Dios:
Veo el filo de tu hacha
con la sangre
de quienes blasfeman.

No conocés la tibieza
de quienes
profetan en tu nombre.

No conocés la duda
de quienes se acobardan
por
el
dolor.

Oh Dios
Combatís
por quienes
abandonan la esperanza.
Transitás el camino furioso.

Tus intenciones se enredan
en la franqueza
no podés
ser odiada.

Tu corte es inminente
impulsivo
desgarrador.
Bebés del metal de cada cuerpo
que desmembrás
penetrando con la luz del reflejo
de tu machete.

Usás el agua cristalina
para mirarte
poderosa
hambrienta.
Te lavás con la sangre
gritando salvaje
desquiciada.
Con el éxtasis de la justicia
la adrenalina de tu poder.

Biografía

Daniela Marqués (1989, Buenos Aires). Se encuentra finalizando la licenciatura en psicología, trabaja como peluquera y maquilladora. Desde hace un año comenzó a escribir poesía. Realizó un taller con Marianela Saavedra y actualmente participa de un taller con Kari Ardizzone. En este momento se encuentra publicando su primer libro ¿Lo perpetuo es la condena o el castigo? Diario del penal.