Ella llega con jazmines (edición independiente, 2024)
Las manos
Sostienen el rostro
y los pensamientos no cesan.
Se aferran al puño y a la flor
con igual tenacidad.
Se extienden al cielo.
Abrazan y golpean.
Aman y gatillan.
Una mañana, tal vez,
forjarán un terruño,
un puente hacia el otro.
Una mañana, tal vez,
serán la ternura,
la caricia luminosa de los pueblos.
Plegaria
Entré al templo
en penumbras.
Frente al sagrario
sentada en el piso
con las manos unidas
ofrecí.
Tantos corazones.
Eran rojos, minúsculos,
latían a destiempo.
A medida que
los nombraba,
en mis manos cuenco
nacían
sin cesar
seres
con el cuerpo
y el alma rota.
Él
sabe sus nombres.
Los dejé en su regazo
sin decir palabra.
Salí del templo,
llena de luz.
Jardín
Es la hora del sosiego.
Cae la tarde
y me esperan a mí
y al agua cristalina
Parecen niñas
menudas, piscuetas.
Me convidan el verde
las florcitas
el mínimo perfume.
Mi encierro
y el jardín
son dos mundos
opuestos y bellos.
Uno late
en mi mente y en mi corazón
sobre el papel.
El otro se dona
reverdece
e ilumina
mi recogimiento.
La perdiz y el lucero
Un lucero
junto a la luna
radiante.
Una perdiz
en la tierra
de sueño
breve
de paso corto
rasante.
En el cielo
infinito centinela
el lucero
mira entre sombras
la leve vida
de la perdiz
caminante.
Ella llega con jazmines
Ella llega
con jazmines
trae el perfume
de las flores blancas
se deja caer
me envuelve
deliciosa y suave
como un pétalo
ella llega
el olor de su cuerpo
roza mi piel
su boca sopla
un hilo de sol
queda en mis labios
florece.