I
Rocío,
que caes sin más
en mis cabellos
descansa de la noche,
de los viajes agitados e infinitos
a la tierra
y de tu propia lluvia.
II
¿Podré escuchar
tu susurro
detrás del paisaje,
el bosque
en que se esconden
una niña y su oso?
III
Me ahogo por momentos
todo esto
es mucho más
de lo que puedo poner
en mi cajita de flores.
IV
Buda se hace bolita
al parecer, encontró
el mejor lugar de la cama.
Igual ya no soy chiquita.
Y aparta sus ojos,
se da la vuelta solo
para recibir al viento.
V
¿Cuántos mundos escuchan
a un grillo amanecer?
Ahora un pájaro canta
entre dos ramas escondidas
de un árbol.
¿Cuántos grillos escuchan
a un mundo amanecer?
LXVIII
Las sábanas se extienden
mojadas en un hilito del balcón
como todas las flores
que aguardan antes de secarse
en el jarrón que me regaló mamá
en mi último cumpleaños.
Quizás, hoy les cambie el agua,
pienso.
Y me acerco despacito para olerlas
antes de tomar cualquier rumbo.