ESTELA
Te busqué en los cochecitos
que las señoras estacionan
en los pasillos de las confiterías,
te busqué también en las caras infantiles
que se revelan, enseguida,
decepcionantes.
Busqué tu mano de niño o niña
agarrada a algún adulto serio
que te mirara con cuidado
y busqué tu ropa que no conocí
entre las bolsas abandonadas
en los lavaderos de mi barrio.
Te busqué, muchas de mis tardes,
en la costanera
entre las líneas de tanza
hundidas en el agua sin picar nada
y te busqué al costado de los pozos
que dejan los camiones
en el asfalto de la ruta.
No hace falta la pregunta
busco hoy, voy a buscarte mañana
un nombre brillando
entre los nombres grises de los padrones
pegados en las escuelas primarias
y vas a aparecer, no hay opción:
seremos implacables.
PEREZA
Nada se mueve a mi ritmo
las naves, enredaderas surcando los árboles,
la amenaza de sus cosquillas,
el ruido gravitacional de los troncos que crecen
sobre sí mismos
me acuna, reverbera el verde
en los relámpagos fugaces del día
levanto mi pata quiero apoyar estos tres dedos
antes de que crezca una rama nueva
me duermo
sueño con un árbol lento.
NO ALCANZAN LOS CAJONES
Cuando el hilo de luz
atraviesa la persiana entrecerrada,
toca la frente del chico
y lo hace despertar,
a la paz de la mañana sobrevienen los recuerdos
Ya fisurado el dique
cede al peso contenido del agua:
se desploman las casillas en los pueblos,
la corriente se lleva los animales
y nada puede hacer volver
las cosas a su lugar.
HIPÓTESIS
Los pájaros sueñan, lo demuestra un estudio:
cuando bajan sus cabecitas para dormir
sus músculos practican una misma canción
en espasmos a través de la noche, desconectados,
faltos de sincronía con el aparato fonador
como para lograr cantar en sueños, pero ahí, las contracciones
se repiten obstinadas, transmiten a través del electrodo
implantado en el cuerpo del gorrión
sus picos de actividad cuentan un secreto,
traicionan a las aves, dilatan las pupilas de los investigadores:
habrá que abrirles las cabezas, implantar sondas a pájaros
en cajas monitoreadas, pinchar los corazones para sacar
la sangre y reemplazarla por formaldehido
correr siempre la frontera del conocimiento hacia delante
que haya luz atravesando todos los cráneos y membranas
todos los ojos pegados a las cuencas, luz
trasluciendo los fetos dentro de las ratas embarazadas
y dentro de las cortezas prefrontales de macacos que aprenden atados.
Que la luz nos encandile.
Que nos salve del misterio
EL PESO DE UNA MANO EN LA RODILLA
La sombra de la higuera nos recortaba
los torsos en vacaciones de verano
pasábamos las tardes viendo hincharse
de a poco las brevas en el árbol
comparando sus colores, el dulce
que prometían bajo la aspereza
de las cáscaras.
Los perros, mientras tanto, se mordían, jugaban, montándose unos a otros
en el polvo de la siesta
y cortábamos ramas para tirarles
que desprendían de su lastimadura
una savia blanca y pegajosa.
Los higos son muchas flores para adentro
-dije un día-
tienen un agujerito donde entra una avispa
que pierde sus alas y muere al poco tiempo,
disuelta entre el néctar mientras las frutas
se agrandan, violetas.
No eran para nosotros, no las deseábamos
aún
era el deseo un micelio bajo tierra,
a una lluvia de distancia
las explosiones de cuerpos y de esporas
Fue en la noche de año nuevo
dónde todos dormían
de sidra y calor de campo
que sobre nosotros
que teníamos los ojos como brasas en los párpados
se desató atravesando el techo y las sábanas
el alivio arrollador de Santa Rosa.
COMPOST
Las cosas que nos pasan
solo pasan
y nosotros estamos ahí
colaterales
mi perra estaba ahí
cachorra y marrón en una caja
a las 8 am en el colegio
al que yo iba
estuvo después en mi casa
en el camping con mi familia
en la costa varias veces
en el baldío de atrás
contra el sol que vuelve trigo el pasto demasiado largo
en esa hora del día y no en otra
y se enfermó y murió,
cómo se enferma y muere todo lo que está vivo.
Si la enterré yo, es porque yo estaba ahí
y mis hermanos no
y si mi vieja me miró
desde adentro de la casa
a través de las ventanas de aluminio
no lo sé
Porque tenía una rama de margarita se la planté encima
y como si no estuviéramos ahí
el arbusto que hoy es
florece y
florece
y florece.