Poemas de Laura Saavedra Lemura

Magma
I
Frente al espejo
acaricio las líneas que se abren paso sobre la piel,
como los cauces de un río
pienso

mi cuerpo cae
con su manera dócil
constante

la memoria se aferra al amor por venir
tan frágil
como las últimas respiraciones

a las noches por caminar
sin frío en el frío
mareados
por el primer instante
de un coñac de bar
que quema en la boca del estómago.

II
Nada perdura
aunque lo anhele
ni los versos que nacen de la tierra

pero
el amor
¿no es lo que insiste en lo más profundo

como los lechos de magma?

III
Todas las brumas se mueven
hacia un punto de fuga
sobre el río

me pregunto si buscan el sol

¿Será la esperanza de perdurar
una y otra vez
en el alba?

Posesiones
Habito
el círculo soleado
que el cambio de estaciones
mueve
alrededor de la cocina

el sueño
bajo un par de frazadas
que acuñé con los años

comparto
mis inciertos días
con dos gatos domesticados

a veces me pregunto
si habré afectado su instinto

cuido un jardín
frágil como la existencia
y los pisos de una casa que no me pertenece

son míos
algunos libros, la ropa de todos los días,
un par de cacharros

(qué más)

un corazón
que empieza a entibiarse
y no alcanza a calentarme las manos en invierno

lo vivido
bajo este cielo del que
aún
me cobijo.

Japa mala

Te miro
peregrinar al sol
vas decidida con tus caderas cansadas
esas que después
te dejan varada
en la base del ascenso a la silla
que más te gusta

(igual
pienso que la cocina
es fría en invierno
para tus huesos
débiles)

pero la silla es la silla
me digo
entonces pongo una caja
para que logres tu cumbre.

Hace semanas
te doy de comer de una cuchara
mientras estás acostada

preferís no levantarte
y yo
insisto como mi abuela
insistía conmigo,
con amor.

Por las noches
te hablo
te acaricio el lomo
y recorro tu columna
como un budista pasa el japa mala
mientras recita su mantra.

No tenemos uno
y soy incapaz de inventarlo ahora

sólo espero tus señales.

Palo borracho
I

Ayer te pensé

mi día
entre limpiar los vidrios
y cuidar las plantas
entre sentir las cuerdas de la guitarra vibrar y endurecer
las yemas de los dedos
y dormitar al sol
fue un flashback de instantes del sábado que pasamos juntos

te miro en el bar
merendando lo que más te gusta
caminamos abrazados por el centro, siento nuestros pasos
y todo lo que nos rodea

un avión traza su ruta en la noche
las masas algodonosas que rodean las semillas de los palos borrachos
están a la intemperie
suspendidas en el borde de las ramas
desparramadas por el asfalto

viajamos en el subte
tu brazo rodea mi cintura y me acerca a vos, te huelo 
un poco te estremeces.

II
Bailamos nos bañamos nos besamos nos mezclamos 
y tu piel es tan cálida cuando dormís
y tu respiración tan pacífica

a veces el pecho me duele
como cuando al nadar los pulmones se van abriendo y algo
arde
todo el aire inhalado que entra a la sangre
y va a cada rincón del cuerpo
y lo expande

pienso en las masas algodonosas
presionando las cáscaras firmes
hasta abrirlas

(¿qué duele
cuando algo aflora?)

las palabras nunca logran decir lo que estalla
pero casi.

Fin de temporada

En su cuarto
hay perfume a talco y flores
ropa desordenada sobre la cama
en el aparador
algunos anillos y el reloj pulsera
una colección de frasquitos casi vacíos
un ejército de tenues reflejos,
con restos líquidos de color ámbar

las cortinas refrenan
la luz del sol

en la penumbra
sus cosas parecen los pétalos que una flor suelta al azar
y que cubren la tierra inmediata
a sus pies

(no hay certeza sobre dónde van a caer
simplemente llegan al suelo con ligereza 
sin pretensiones de orden:
el orden en el desorden)

todas las cosas de mamá reposan con ternura

(como su voz
al teléfono
que siempre es dulce
y raspa apenas 
llena de sensualidad).

Apostada sobre el marco de la puerta
siento ganas de llorar.

Instinto de supervivencia

Pensando en perdurar
se me fueron los días y el buen ánimo
tal vez
porque son días de salir a comprar con lo justo
y hoy no me alcanzó el vuelto
para un chocolate
que endulce la noche.

Estaba tan enojada.
Temprano
fui apagando las luces
a mis espaldas

hasta que la oscuridad
fue el otro
que pudo escucharme.

Sólo quería algo dulce.

No por capricho.
Ya cené el pan con mate cocido
que me cedía mi abuela
vi a mi vieja laburar
toda su vida
y contar el mango
que hoy cuento
después de laburar
cada día

pero tal vez
hoy
es aún algo dulce.

Prendí un sahumerio
y puse la pava.

Enfrente de la hornalla
como frente a un fuego sagrado
vino el presente
entre avena, coco rallado, canela
y media manzana ácida

ya no me importaba perdurar.

El poema es el presente
algo dulce
algo ácido.

Biografía

Nació en Lomas de Zamora en 1978. Se mudó varias veces, de lugar, de colegio, de carrera. Un día se recibió de Osteópata, y con el tiempo se fue asentando en el barrio de Chacarita. Hace unos años participa del taller de poesía de Mariana Finochietto.