Poemas de Manuela Giménez Bautista

Licencias poéticas (2023)

cómo hacer del cuerpo un florero

vierta el agua

que lleva dentro

se ha estancado

las larvas acabarán

por matar sus flores

entréguese

la corriente sabrá limpiar

los restos de mugre

que resisten

impunes

en lo profundo

de sus entrañas

haga propias las grietas

que marcan surcos

en su piel de porcelana

reconozca el alma vacía

y déjese llenar de nuevo

instrucciones para mi muerte

no metan mi cuerpo

en un sarcófago de madera

me gusta poder irme

justo cuando el aire

corta la respiración

no deshagan mi piel

en un polvo grisáceo

la mugre

no debe quedar

enfrascada en un estante

no sigan los protocolos

de quienes dejan la muerte

a la sombra del silencio

no,

no hagan nada de eso

en cambio

paseen sus dedos

por mi espina dorsal

recorran la topografía

que les dicta mi espalda

sus pozos y relieves

abracen

por última vez

este envase

vacío 

que se va como vino

con lo mismo que les deja:

de mi parto

tengo los pies

llenos de hormigas

que bailan en ronda

se pasean

zigzagueantes

por mis dedos

y trepan

guiando sus pasos

con el camino que marcan

mis venas oscuras

las siento hacer trencito

carnaval carioca

sobre mis piernas

ya no me anclo a la tierra

me arrastro

apoyo las manos

en los muebles polvorientos

que voy sintiendo

mientras camino a ciegas

por mi casa

busco el remedio más artificial

una cápsula verde flúo

la primera que asegure curarme

por siempre

(los laboratorios me prometen las mismas cosas

que los príncipes azules)

los dolores me nacen

desde las entrañas

me queman

rebullen

suben

por las paredes del esófago

como sube la lava de un volcán activo

ni las hormigas

ni las cápsulas

ni los laboratorios

entienden

me dan los consejos que leo

en las tazas pedorras que vende

el almacenero de la vuelta

me dicen que el dolor me hace más fuerte

pero este dolor es distinto

yo rasgándome a mí misma

las vestiduras

yo destuyendo el templo

que construí

yo naciéndome

hibernar

cuando registro los vicios

de la lengua metropolitana

me lleno de furia

extraño ser hormiga

y guardar las eses

en la boca del estómago

para pasar el invierno

en la manada del transporte público matar o morir:

la de piernas inquietas baja en la próxima y ese viejo no es tan viejo para el asiento

prioritario movete ágil precisa escurrite como un gusano sin vergüenza entre los brazos de

tierra limpia la sangre que salpicaste viaja sentada

gurí

nací con el río a mis pies

en esta tierra húmeda

de jacarandás y glicinas

donde las gentes

mastican la ese

que pronto se llevará

la corriente

ahorran letras

porque apuro no tienen

si las horas no pasan

para esas chismosas

reposeras de vereda

que trafican mates

y bizcochitos de paquete

mientras comentan

quién murió

quién se separó

quién llegó

pueblo chico,

el precio que hay que pagar

por la serenidad de las siestas

y el favor del verdulero

que fía con total confianza

en que le pagarán

ese kilo de mandarinas

tiene razón

si de acá

todo el que se va

vuelve

el amante

la pieza que sobra

un tornillo de más

trastabilleo que entorpece

la danza sincrónica de otros

cuasi equilibrista

se pasea por los márgenes

sin caerse de la hoja

Biografía

Manuela nació en Paraná, Entre Ríos, en 1999 y vive en Buenos Aires. Estudia Ciencia Política en la Universidad Nacional del Litoral y trabaja como analista de género y procesos electorales. Escribe porque le gusta compartir lo que piensa con los demás. Participó de diferentes talleres literarios como “Nos/Otros en el texto” (Belén Zavallo y Manuela Mántica) y “Los pliegues del agua” (Washington Atencio). Actualmente forma parte de un grupo de escritura de la escuela de Santiago Llach.