Poemas de María Sevlever

argentino

está oscureciendo

todo pasa de gris a naranja, a turquesa

es cuestión de segundos

lo que ilumina es un resto. 

todavía no prendieron los faroles

esa precaución mecánica

del Estado para olvidar

el miedo a la oscuridad

la gente, poca, que pasa

lleva un gesto indistinguible

bajo la luz que ya no es luz

entonces se desfiguran, 

parecen caras vacías 

o amenazas

como al mirar fijo una piedra de granito

o cualquier superficie con tantas marcas

sin forma

que con un poco de desatención,

configuran cualquier imagen precisa

que en rigor no está ahí

es 29 de diciembre,

me esperan hace rato ahí donde voy

y no puedo avanzar

quiero sentarme un poco

y que nadie pregunte 

hay siluetas

que esperan adentro de autos 

parecen vacíos en la oscuridad

hasta que uno mira bien

en un zaguán

hay agazapado un hombre

arrojado sobre una reposera

desnudo ante la calle

parece estar ahí

desde hace años

tampoco parecía haber nadie

en ese zaguán

pero miré de nuevo porque 

salía de algún lado

una música fortísima

él se veía enojado y 

demasiado sordo para aturdirse

y me devolvió la mirada de una manera

que me hizo sentir en peligro

en realidad

tenía un minishort

me imaginé

sin querer

-a veces pasa. aparece una imagen

y no me puedo escapar-:

cada diciembre 

solo

sobre la reposera

de un zaguán de un barrio del norte 

de la ciudad

en la radio, a todo volumen

una y otra vez el himno nacional

al mirar a cualquiera que pasa

detiene la vista

y lo hace sentir en peligro

aunque esté tirado en su reposera

y en minishort

de aquél lado de la reja 

de su zaguán

judía

alguna vez dije entre judíos me siento nazi
y entre gois
muy judía

ahora veo: no parece algo propio eso
sino una parte del tema

es como el chiste del club
al que una vez que te aceptan
ya no querés entrar.

por suerte
si me concentro puedo
desconocer mi cara
no lo digo por decir
lo digo en serio
desconocerla y que me asuste
la cercanía de algo tan
extraño.

esto

esto, parece, todavía es así.
las sombras, como el tiempo, se estiran a la tarde
las cosas de adentro se iluminan de rebote, sin querer
porque las puertas quedaron abiertas

hay poemas que necesitan de imágenes
que buscan la foto como quien tantea
esperando que le alcancen un bastón

no nos contentamos con
la pierna coja, la metáfora
de un solo pie
el sentido tiene que ir
y volver

me cuesta creer
en la imagen anclada en la comparación
las cosas son iguales
a sí mismas
y nada más

víctimas del cotejo
sometemos todo
al examen y al símil

vemos, frenéticamente, semejanza

no subyugues
no acerques:
como dicen
cuando me desespero
una cosa es una cosa
y otra cosa es otra cosa

el poema,
la imagen.

condimento el guiso

hay un mundo en común que aparece con algunos olores
ciertos gustos o
una palabra
cuando te habías olvidado o a veces
antes de entender que existe

es como abrir una puerta: un espacio
sagrado
y gratis

lo invoco y lo ahuyento
hundiendo las uñas
en sus partes más blandas

a veces lo más claro
emerge del odio
como un montón de polvo en el aire
visible solo bajo un ángulo de la luz

sangra, pica

levanté la vista y vi
la luz que entraba, atravesando una grieta
de un vidrio azul

pero la luz entraba
no azul,
sino muy pálida
entraba indiferente
como si no se supiera
tortuosa

no sé si estaba o si apareció justo
cuando miré
pero a mí
me pareció ver a dios.

uno siempre inventa
a dios,
pero me pareció similar a lo que
me habían contado
parecido a lo que me imaginaba.

de cualquier manera entendí
era eso
de modo que bajé la vista al suelo
a la baldosa fría

y demoré apenas
en ajustar el círculo de espinas
que ya no dolía, casi
alrededor del muslo.

entonces es así
me invitan a entender.

bajo este cielo hay lugar para todo lo que hay

lo que no hay
y lo que puede haber.
extirpalo del entierro, evitá que se desgrane
en el humus

en mi muslo oculto, el abrazo de espinas
sangra
pica
me abraza

a fruta

todo sabe a fruta podrida
no es un problema
no es un sentimiento

todo sabe a fruta vieja

fuerzo otro sabor pero
lo demás se fue
es que todo tiene gusto
a fruta vieja

el olor
de lo que fue fresco
todo nos muestra
un pasado de color y turgencia
su conversión
una idea de la muerte
del tiempo

Biografía

María Sevlever es estudiante de Letras de la UBA. En 2018 realizó un intercambio en Portugal durante un semestre gracias a una beca UBAINT. Desde 2019 es parte del grupo de investigación FILOCyT “Escrituras de Dios. Borges y las religiones”. Escribe y organiza jornadas de divulgación y eventos de lectura de poesía. Investiga el cruce entre el teatro y la poesía contemporánea en la dramaturgia, dirección y producción de diversos proyectos escénicos (entre ellos “Una habitación así”, “Último piso” y “Fiesta en el jardín”, presentados en la Manzana de las Luces, el Centro Cultural Recoleta y el Centro Cultural General San Martín).