de Quiero sacar la cabeza por la ventanilla de tu coche (Halley Ediciones, 2023)
Todo amor se merece un cielo,
un nido,
un vuelo o dos.
Porque el amor que no es
pájaro
se vuelve piedra.
*
Yo quisiera
escribirte un poema
que no parezca de amor,
para que nunca más te asuste la ternura.
Un poema bonito y contundente:
un zarpazo de luz,
franco como un cross, un uppercut, un jab,
que te deje indefenso, rendido
a mí.
*
Quise a un hombre,
a dos,
tal vez fueron cincuenta,
acaso un poco más.
Es poca cosa un número,
tan insignificante
contar con los dedos la capacidad de amar.
Los hombres son hermosos.
Mi corazón,
voraz.
*
Esa chica
me miró toda la noche
y yo no supe
donde esconder los ojos
para que no se fueran,
a cada rato,
hasta la mesa donde esperaban ella
y su cuerpo diminuto.
Siempre me han gustado algunas chicas,
me subyuga el diámetro feliz de las muñecas,
la pulsera que cuelga con la gracia de las flores
y se detiene, casi a punto de caer.
Y no se cae.
Me gusta la nuca delicada
de las chicas cuando el pelo se abre en dos,
y el olor a manzana que desprenden, y el vaivén
de sus cuerpos al andar en el apuro de la calle.
Me gustan algunas chicas.
Y me gusta gustarles,
todavía,
y que me miren con más desenfado que los hombres.
Me gustan los ojos,
los hermosos ojos de esa chica
quemándome la cara,
mientras juego a que no veo nada,
como siempre.
*
Mis amados,
algunas veces
los recuerdo con ternura,
son como esas viejas canciones
que aparecen en la radio
donde se escuchan las noticias
y te hacen cantar,
bajito,
casi con vergüenza.
*
Mi dedo
traza una huella en el mantel.
La tela cede,
dócil,
a la embestida.
Un remolino de flores
danza sobre la mesa,
frenético y azul.
Avanzo
guiada por la selva
hasta el rastro oscuro de tu copa,
me refugio
en el cóncavo amparo de tu ausencia.
Aquí había un amor.
*
Este amor
nunca fue más
que un arbolito
sostenido en el aire.
Ramita
de mi corazón,
tendida
entre cielo y la tierra.
Enredadera
entre
tu pelo y yo.
Nido
para todos los pájaros.