de El tiempo cuando falta. El Andamio Ediciones (2021)
el dolor que causa la despedida cuando llega
Yo también
permanecí recostado
junto al cuerpo
de un animal.
Sostuve las patas
del gato siamés,
apoyé mi frente
en su frente.
El gato siamés
tenía una discapacidad:
sus patas delanteras
eran más cortas que las traseras.
Por ese motivo,
no era ágil
para escapar.
Y así lo encontré,
y quise estar recostado,
junto a su cuerpo,
dibujarle un altar a sus costados
con ramitas y hojas.
Su corazón
habrá sido grande
como una tapita.
Yo sentí
sus últimos latidos.
albañiles que ladran como perros
Como los pájaros,
que se escuchan entre sí
a kilómetros de distancia,
oigo los martillazos
sobre las paredes.
A veces
pienso que esa
es una forma extraña
de comunicarse.
La fuerza y la frecuencia
tienen su propia semántica.
Cada persona
habla como puede.
hasta con la herramienta más dura se puede dibujar un ave
Toma la maza y el cincel
y doma un animal salvaje.
Busca la forma
que tiene la belleza
después del dolor.
Tiene los poros tapados de aserrín,
así y todo, son
muy suaves sus manos.
Aunque parece que lastima,
en realidad,
dibuja la madera.
Explica y continúa.
La lija
no come
al pino
lo acaricia.
el silencio sirve para ser preciso
De los inventos humanos,
el más sorprendente
es el trabajo con los metales.
La facultad de movilizar
algo tan rígido
y tan frío.
Es una actividad
que requiere
tanto espacio
como precisión,
tanto ruido
como silencio.
Inéditos
La palabra pagana
En la esquina del patio tu estatua.
La hermosura arrastra
en tu figura.
Me arrodillé a tu culto
como si de un fusilamiento se tratara.
Te he invocado
pero me diste un muerto.
Madre me tomó por el hombro.
“Mis lágrimas son las tuyas”, dijo,
y desapareció entre las hojas.
Me has prometido
salvación y me has dado muerte.
¿Cómo atraviesa
este patio nuestra sombra?
Pido un resto de fe,
la explicación pagana,
un ave que traiga
comida para mi boca.
Un árbol crece en la guerra
La guerra comenzaba y yo
del amor conocía la ausencia.
Para saciar el castigo,
bebí soledad en un paraje.
Para vivir el amor
planté un árbol de naranja en el patio
y un mango en el frente.
A ambos los cuidé con una devoción absoluta.
Con mis manos protegí
las orugas tristes
que enterré con paciencia.
Misael Castillo (1993) Tostado, Santa Fe. Publicó los libros Robarle al cuerpo lo que está de más (Ediciones Presente, 2019) y El tiempo cuando falta (El andamio ediciones, 2021). Fue seleccionado para publicar Gorriones que anidan en las manos (Falta Envido Ediciones, 2022).
Participó de las antologías Voces entramadas (A capela/ Biblioteca Virtual de Bs As) y Paisajes de la infancia (Editorial Cartografías). Hijo de un albañil y una emprendedora. Es estudiante de Lengua y Literatura, parte de la colectiva de resistencia poética “Más Poesía”, y dirige el portal de noticias “Los días más felices”. Brinda talleres de alfabetización.