Salgo para tirar la basura.
Yo espero en la noche algo más,
Sin saberlo.
Un oscuro silencio que ahogue,
Pienso.
Pero regreso, y duermo.
Salgo otra noche a tirar la basura.
En la lejanía habitan aullidos sordos,
Y escucho.
Un leve silencio me espera,
Supongo.
Regreso, y espero otro día.
Me sacan por la noche.
Una soledad profunda,
Te acecha.
Los pájaros intuyen tu llegada,
Hacen silencio.
Se aleja y se esconde.
Él sale, arroja la basura.
No se anima a voltear,
Intuyo.
Tiene miedo de caer,
Morir.
Entonces, se vuelve a dormir.
Llegan raudales grises,
Nubarrones negros,
Y la tierra latente,
Jadeante, nos mantiene ausentes.
En el surco, que impaciente
Al árbol se eleva,
Se desprende el vaho estremecido
Al escuchar el trueno que retumba en la tierra.
Y entre los vapores o
El agua,
Una nebulosa nos confunde,
Pero irremediablemente
nos empuja a pensarla.
¿Qué habrá después
De todas las lluvias
Y todas las aguas?
Las cosas todas arremeten en un frenesí.
Me descuartizan y por último me extraen los ojos.
Borbotones de sangre, gritos, gemidos, más sangre.
Entonces, las imperfecciones se diluyen.
El círculo vuelve al agua, y llega al corazón.
Recorren liviano y dulce
Azules silencios
De ríos que me atraviesan
Y no me comprenden
Pero me conocen.
Allí despierta el árbol
Pero también el libro.
De vanas sombras
A instantes lúcidos,
Palpables,
Que se desmoronan
Cuando el río me piensa,
O yo pienso al río
Jonathan Nicolás Figueredo tiene 28 años. Vive y vivió siempre en Grand Bourg. Actualmente está cursando Lengua y Literatura en la UNGS y es egresado del Profesorado de Filosofía.