Selección del poemario Por toda herencia (Agua viva, 2022)
carta de agradecimiento
a Henrietta Leavitt
en esta tarde de lluvia en que el mundo
se reduce
a mi tres ambientes con patio
y cada uno desde su casa
duda si el universo
sigue existiendo, te escribo
Henrietta. quiero darte las gracias
por tu trabajo mecánico, de mujer
en un mundo de varones
por dedicarte a
calcular
calcular
calcular
por descubrir cómo brillan
las estrellas Cefeidas:
iluminan
se apagan
de manera predecible
iluminan
se apagan
a intervalos regulares
iluminan
se apagan
una epifanía: por vos fue factible
calcular distancias
relativas
absolutas
entre las estrellas y nosotros
entre las estrellas y las estrellas
entre nosotros y lo otro
no sabés, una de estas
estrellas mojón
que descubriste permitió
a tus jefes, años
después de tu muerte, revelar
que Andrómeda no es una nebulosa
un cúmulo de estrellas y gas
sino una galaxia
una gran galaxia con su jerarquía
y su orden y así
con la distancia
pasamos a concebir este
nuestro universo
lleno de galaxias
gracias a vos, Henrietta, que moriste
ignota en el silencio
de tu sordera
y dejaste unos libros
una mesa una silla una cama y un atril
por toda herencia
gracias a vos, hoy me tranquiliza
saber que hay mucho más que lo que veo
allá afuera
impresiones
apoya su cabeza
en el pliegue, ese lugar
donde mi brazo toma
su forma
esa esquina arrellanada
le da la bienvenida y la sumerge
en un mundo
donde no hay dobles sentidos
donde no hay fe de erratas
sobre mi piel
que tocó la suya
queda impreso
el dibujo
caracol de su cabeza
yvy pytã*
de qué color
es este caballo
vino al mundo blanco y vivió
todos sus días
empolvado de rojo
es su crin
del color original
o
es como su andar
del dolor de la tierra
algo distinto
me lo enseñó mi papá
el carpintero
distingue qué sobra en un roble
un cedro o cualquier
otro pedazo común
qué sobra
para que la madera sea
algo distinto de sí misma
para que la madera diga
algo distinto de sí misma
qué sobra
me lo enseñó mi papá
el poeta
también lo distingue
andrómeda o la mujer encadenada
I.
las manos de mi bisabuela
ajadas de labores
olor a cebolla y a pan, la caricia creyéndose
última sobre la cabeza
de cada uno
de sus tres hijos. después
la vuelta a la perilla
del horno, ahora su cabeza
decidida
dentro del monóxido
que fracasará en su misión
al final
la causa fue
de todas maneras
un gas
no lo pagó ella
no lo pagó su marido
cámara de gas. cómo
se nombra esa muerte
II.
con la determinación
de un toro rotundo
la pelea diaria de mi abuela
materna por salvar
su memoria de la demencia
duró el doble
de lo pronosticado. había
algo en sus ojos: incluso al borde
del apagón me parecían
un faro
III.
poeta en su vida
secreta, en la pública
era mi tía abuela inmigrante refugiada
políglota, esposa y secretaria
de una sola lengua, madre
suicida sin éxito
IV.
la última vez que vi con vida a mi otra
abuela estaba como
nunca antes: chiquita, gris y en silencio
aun así era ella
decidía cuándo
cómo. sostuve su mano y con la otra
le acaricié la frente, el pelo sucio
la miré fijo
se lo dije. no sabía
que nos estábamos despidiendo
V.
qué te hizo, mamá,
abrazar así
pastillas
palabras. qué fuerza
atávica obtuviste
después
VI.
una cefeida
estrella joven de masa solar
ilumina
se apaga
palpita su temperatura
palpita su diámetro
ilumina
se apaga
marcadora de distancia
una boya en el cielo
ilumina
se apaga