del libro Samar (Patronus, 2025)
Samar (conversación en la noche)
Cuentan que cuando fue joven
también mi padre estuvo enamorado.
Su amante persa fue deportada a Irán
y no supo más de ella. Con el sueldo que ganó el oficial
al arrancarles ese amor de entre las manos
¿habrá comprado algo mejor?
Marjane Satrapi de Teherán
cambió su velo por un pasaje a París,
vivió la guerra en carne propia y aún así el amor
fue su valija más pesada. Tarek también partió a París
dejando a May sola en Beirut
dejando a May solo en sus cintas de super 8
velando una ciudad también partida.
Ari Folman cayó a Beirut como un misil
con veinte años y el corazón roto
disfraz verde soldado y ametralladora israelí
para olvidar el dolor junto a Bashir
matando palestinos en Shatila
matando enamorados que hoy en día
de haber vivido hubieran muerto al fuego en Gaza.
Por la montaña Musa Dagh descendió el pueblo armenio
pero subió la bala turca que separó a Mikael de Ana.
La novia siria quedó varada en el Golán
hasta morirse con su vestido blanco.
Tuvo derecho a no esperar
a protestar y a enamorarse.
No voy a ser Sherezade
y postergar el deseo mil noches
si en esta duermo con quien amo.
Quiero firmar la paz por un desvelo
por nuestro encuentro
por este verso.
Wadi Al Asal
“Cuando dijiste que el poeta es una especie de
historiador, es así: me preocupa la historia. (…)
Pensás que escribís sobre el pasado, pero en
realidad estás escribiendo sobre el futuro.”
Najwan Darwish
Por el río seco de las granjas de Sheeba
ayer corría el agua.
Los pájaros bailaban a sus orillas
y mojaban sus cantos en la vaguada.
Imaginá esa tierra ocupada
ya no por tanques israelíes
sino por un río de miel
que bañara en su dulce
a todas las bocas drusas
y las regara de nuevo
con frutos de la cosecha.
Ahora ese suelo es infértil,
el vacío del río se escucha
sus ecos en la noche lloran
rezando por una tormenta.
Algún día va a despertarse la lluvia.
En tiempos de guerra y sequía,
un poeta oficia de historiador.
Recuerda que antes de los misiles
había pájaros pintando el cielo.
Cedro libanés
Mirando el cedro, descanso
entre el sol y la sombra.
Vuelvo a sentir el aroma del tronco
cuento los nidos que invaden sus ramas.
Si mi padre no hubiera volado
desde Beirut hasta Buenos Aires
en vez de pájaros contaría misiles.
Tu corazón fue como un dátil
Ahora que siento en mi boca
no más ese dulzor del dátil
no más esa textura suave
sino el carozo
que con su filo lastima mi lengua
lo escupo
contemplo en mi mano
el corazón del fruto.
Último Zajal
La voz de Fairuz todavía canta
como un eco entre las ruinas de Baalbek.
Eso parecido al silencio
no es el final de su canción
sino el límite de tu oído.