Poemas de Samuel Amaya

Entregué mi corazón 

Yo también entregué mi corazón 
A los hombres para su fetiche;
Armar barquitos de papel 
Para surcar bocas secas 
En pechos calientes plateados 
Fue la fantasía que mis ojos
Mostraron en mi adolescencia. 
También he sentido la necesidad 
De enredarme en las piedras del río
Escuchar el eco del diablo en la corriente 
Y dejar que mi cuerpo se embeba
De salmuera dulce. 
Además de construirme la mitad
Que me falta desde el parto,
También me he bautizado solo
Cada noche con el jugo de la luna
Dándome miles de nombres 
Porque el que tengo no me alcanza. 
Así como entregué mi corazón 
Lo hice todo para sentir en mi boca
El rastro sucio de un elixir
La mano fría de un amado
Y una voz que se va a(r)mando.

Pelota roja 

Mi corazón es una esa pelota 
De goma roja, dura y rayada 

Que los niños usan 
Para pegarse entre ellos
Dejar en la piel una marca sucia 
Reconociendo que algo (o alguien)
Lo marcó. 
Nunca dejará de rebotar
Por más que la corten,
La pinchen o le hagan turucuto
Esa pelota seguirá rebotando 
En las paredes orinadas del barrio 
En los cuerpos de los chicos grandes
En esa baldosa que lleva mi nombre. 
Yo con mi corazón
No podría jugar. No sé jugar.
Cómo hacerla rebotar en el suelo 
Sin sentir las manos transpiradas
Y escuchar los gritos de cuidado
“la pelota corazón me va a pegar”
Mi corazón es como esa pelota 
De goma roja que no se infla con nada
Se alimenta de los chicos traviesos 
Que tienen el honor de hacerme 
Sentir el cielo y la tierra
En un rebote.

Qué maleducado el destino
De habernos presentado en este momento
Donde lo único que puedo hacer 
Es contemplar tu alma 
Cuando nuestros ojos se queman 

En el fuego que no podemos prender
Pero si hubiera una llama 
Las cenizas darían su testimonio 
De cómo hicimos arder el Edén
Con nuestras bocas rastreando el paraíso.
No comprendo, la verdad, al tiempo 
Este tiempo que nos aprisiona 
En las teclas de un celular 
Unos píxeles que guardan la transpiración 
Y unas paredes que nos observan.
No comprendo, pero… sabés una cosa?
Si tuviera la oportunidad 
De sobornar al destino,
De ganarle en el truco, 
De ofrecerle la esquina de mi corazón 
Lo haría para encontrarte en otro momento 
Ese momento donde la vergüenza 
No me impida jugármela 
Cuando tu mejilla toque la mía
Y encienda el fósforo 
Para arder sin pudor.

Mi mamá me dijo
que vine a este mundo
para romperlo todo
desde la sangre amarga de mi viejo
un apellido que no funciona
y los abrazos de un fantasma.
Fui amamantado por una teta rota
donde su leche fría
me calentaba la panza
evitando que los gusanos
me coman por primera vez
el corazón.
He roto mi infancia
en el arroz con leche
en la mamá y el papá
en esa ilusión tonta de mi vieja
por darle nietos en un futuro.
Fui un pendejo rompe todo
que no le importó hacerlo
porque vio en la ruptura
aquello que le ocultaban,
que no era para niños
que hacía mal
Vi
la posibilidad de
respirar.

Quiero formar
arriba tuyo una casita
y que la lengua del sol
no recorra tu piel porosa
ni las nubes escupan sobre ti
ni el viento enfríe tus oídos.
Yo quiero brindar
todas las noches con vos
cuando me toque apagar la luz
y sienta tu ritmo acelerar
bajo las sábanas almidonadas
bajo la mirada de la luna.
Yo quiero verte cada día
que me abraces tan fuerte
como las horas a los segundos
y que nadie te haya borrado
-una vez más- tu cara
y que nadie me haya borrado
tu voz sobre mis manos.
Quiero guardarte
en el fondo del mar
junto a las caracolas marinas
y que ellas trencen tu pelo
como las abejas a su reina
y que ellas cada día me recuerden
que sin vos… yo no sé latir.

Biografía

Samuel Amaya (Tucumán, 1997) es estudiante de la carrera de Letras – UNT. Participó en algunas antologías de Ediciones del Parque, Tucumán Escribe y Caleidoscópica. Actualmente realiza talleres con Osvaldo Bossi y pronto lanzará su primer poemario con Editorial Copo de Nieve.