Viaje
Apago todo y me recuesto
la lluvia es el telón de fondo
gotas que con violencia se mueren
en la superficie material
levantan un aroma infantil.
Yo tan vacío me dejo llevar
como un barco de papel
por el desplazamiento del agua
viajo por pequeños arroyos
y me saludan los insectos
que me atemorizan.
Una araña me pregunta cómo estoy
dos escarabajos me cuentan
el secreto para vencer el insomnio
la cucaracha me pide que pare, por favor.
Todo es un desfile inundado.
Al llegar a la boca de tormenta
la reina de los mosquitos quiere verme
y me pregunta qué estoy pensando
yo pienso que estoy en la cama
con la angustia dulce cristal
en mi pecho. Todo apagado y recostado
escuchando la lluvia caer afuera
queriendo escapar.
Manhattan
La memoria-tiempo es de color azul absoluto
aquí, ahora, allá, después
un gran tapiz de lamento.
El hijo de padre relojero hereda el tiempo
los dioses temen y se esconden, vale todo
manipular la materia a tu parecer,
duele con memoria.
Pequeñas pelotas de cristales
en manos azules de dios deprimido.
La devoción como un punto en medio de la frente
manipular el pasado de hoy
con una caricia delicada
puede lastimar mucho.
A los dioses se los castiga con la memoria,
la memoria, finalmente, es un álbum fotográfico.
Los dioses también se suicidan.
*
Pesa la marcha del tiempo
se oyen las agujas maquinando
sobre mis postrados minutos
bajo el rayito de sol
un cuadro me observa lapidario
sobre el mundo
refriego mis ojos
dos o tres minutos después
siento una leve idea
caminar por mi sien.
*
Siempre vuelvo a los discos de mi adolescencia
para terminar de entenderme mejor
las preguntas se escapan de mis manos
crean un camino que conecta
la mesa, la silla y mis codos
da una vuelta a la manzana
comienza todo de cero otra vez.
Hay una nota en la heladera
“dejá de pedir perdón”.
*
No tengo grandes presentes familiares
en mi hogar
sin embargo, un cuadro que pintó mamá
cuelga de un clavo pequeño y oxidado
a los pies de mi cama.
La figura incandescente de piedra olvido
descansa bajo las olas de mar lagrima
sobre el dios sol se estiran dos brazos de flores
negras con tallos de espuma
en la esquina derecha una mancha de humedad
amenaza con llevarse el único adorno de la casa.
Me considero fiel espectador en largas noches
encadenadas que trato de descifrar el sentido del cuadro.
No hay sentido.
Cuando apago la luz
algo me recuerda
el maravilloso peligro de hablar solo.
De No cuentes pesadillas en ayunas (inédito)
Rayo fuerza (versión rulienta)
Para Ezequiel
Rayo fuerza visítanos
en sueños. Sin temor
escucho el latido del océano.
Yo he dejado, rayo fuerza
que un valle teja el arcoíris
yo he dejado, rayo fuerza
el cuarto hermoso donde flotan las flores.
Pienso rayo fuerza el mundo, el viento,
estrellas y aromas oscuros.
Recuerdo, rayo fuerza
dulces noches de rumores pausados
y la luna besando las olas.
Ella, rayo fuerza
late y oye el espíritu de queja
sobre el amado.
Calma, rayo fuerza
la ley del pensamiento desatado
levanta el corazón ignoto
como una sombra dulce
de espíritus vagabundos que no besan
que no temen, que no nacen.
Agita el fulgor, rayo fuerza
la fuente de la belleza humana
no sabe sobre el oleaje de la voz.
Rayo fuerza recuerdo latidos celestes,
nosotros no escuchamos la voz flotante
de la calma.
Diego Domínguez nació el 21 de mayo de 1994 en Florida. Comenzó a escribir poesía en el 2015 pero no publicó en ninguna revista hasta el 2018. Es tío, cuervo, le gusta disfrutar de la escena under punk. Estudia el profesorado de lengua y literatura en la Universidad de General Sarmiento. En 2019 sacó su primer fanzine Lo que golpea los cuerpos (Revista Descolonizadx, 2019) y la plaqueta de poemas El paraíso de los dinosaurios (2020). Participó en varias antologías. Es integrante de la Revista Descolonizadx desde el 2019. Actualmente vive en km 30 y prepara un libro de poemas.