Por la vuelta

Mi papá se quejaba por las calles inundadas cuando me llevaba a la escuela. Vivíamos en Caraza, una villa con pocos pasillos y un barrial permanente. Empecé la primaria en 1972 y siempre salía de casa con las botas negras, atropellaba dos cuadras de agua y me cambiaba con las zapatillas que llevaba en una bolsita. No faltaba nunca, ya me había perdido el jardín de infantes y ahora quería hacer amigos. Pero un día de noviembre llovió tanto que no me dejaron ir, y esa mañana vi algo que nunca más volví a ver.
Reseña de “Lo que el silencio puede darnos”, de Nadia Sol Caramella

Lo que el silencio puede darnos es un poemario en prosa escrito por Nadia Sol Carmella, editado en Julio de 2020 por la editorial Mutanta, formando parte de la Colección Olescul de fanzines y plaquetas de autorxs.
Poemas de Inés Púrpura

Llevo un don a cuestas,
una cumbia de rosas y espinas
un sol extraviado en mis manos
en mis labios
Escenas de una pesadilla argentina

Los vuelos de la muerte de Campo de Mayo y un método para desaparecer personas.
El juego de las imágenes

La propuesta de lectura es la de comprender a la imagen como la técnica en la que se juegan los sentidos de construcción del mundo en el capitalismo. A través de su devenir, podemos percibir las transformaciones que han acaecido a lo largo del siglo XX y nos han traído hasta nuestros días. Desde ya, es una lectura parcial. Como se dice, un punto de partida.
Reseña de “Lo que golpea los cuerpos”, de Diego Domínguez

El fanzine Lo que golpea los cuerpos (Revista Descolonizadx, 2019) de Diego Domínguez recorre espacios, sucesos y ambientes familiares que nos permiten descubrir los momentos simples de la vida pero, al mismo tiempo, nos empuja a interrogarnos: quiénes somos, cómo nos miramos, qué sentimos cuando sentimos.
Los años del mayordomo

La infancia del escritor que fundó la crónica literaria en Argentina y el crack del ´29.
Poemas de Maximiliano Guerrero

No se puede,
dijo
y cerró sus manos,
como la puerta
que da al jardín
Selección de “Migraciones” de Gabriela Álvarez

¿las cosas pierden fuerza
o son los ojos que se distraen?
en este mundo ajeno y sin retraso
Alejo

Me extendió la mano como si fuera un adulto. A los siete años, Alejo siempre actuaba como un mayor. Lo conocí en la esquina de casa, Unión y Murature, al borde de la zanja que abarcaba toda la calle, como una laguna. Miraba con atención el charco esperando que saliera un sapo a cantar y que inflara el buche para meterle un hondazo. Teníamos cinco años y ninguno iba al jardín de infantes.